Secretos del Corazon. 2º Nomalmente Excéntrica

-Bueno… -Anthony se movió mucho mas que incomodo al recoger la paleta del suelo –No… Creo que sea buena idea –Dijo cohibido y con mucho cuidado.

Atradis estaba parada a solo unos centímetros de él y arqueaba una ceja con cierto interés por su respuesta. Anthony carraspeo antes de ir al lavaplatos y comenzar a lavar la paleta que había impactado contra el suelo.

-¿Quieres que duerma en el sofá? –preguntó ella tan amablemente que hizo escocer el corazón de Anthony.

-¡No! –Volvió a carraspear al darse cuenta que había empleado un tono de voz demasiado fuerte –No… Yo puedo dormir en el sofá –Ella se encogió. Este gesto le dio a entender que no era una buena idea y así se lo hizo saber cuando separo sus labios para impulsar las palabras a salir.

-Tú tienes que ir al trabajo mañana, créeme… No me importa dormir en el sofá.

Anthony resoplo, completamente hastiado.

-Por si no te has dado cuenta, señorita, te diste un golpe en la cabeza y caíste inconsciente sin contar que acabas de salir del hospital. Yo dormiré en el sofá –No quería comenzar a pensar en el dolor de espalda que recibiría cuando se despertara a la mañana siguiente.

Atradis se encogió firmemente de hombros antes de fulminarlo con la mirada.

-Tu cama es muy espaciosa. Entran perfectamente dos personas… -Él retrocedió. Esto era demasiado, no podía compartir cama con ella. Así no fueran a hacer absolutamente nada, simplemente le parecía una falta al respeto que sentía por la mejor amiga de su hermana menor… Si es que sentía respeto por Atradis Donnatti.

-No… -pero cerro la boca enseguida al ver la expresión de ella. Se notaba que iba a perder miserablemente la discusión si no se callaba de una vez por todas… Y no quería tener encima tal humillación. Se dio vuelta y comprobó la pasta y la salsa que ya estaban listas para ser servidas.

Atradis se levanto y saco dos platos de la repisa –era transparente así que supo donde se hallaban- y se los llevo a Anthony que en esos momentos se encargaba de colar la pasta. Él era tan sensual que solo con estar a unos pasos de su cuerpo, podía sentir el calor irradiando de su piel y traspasando la suya. Tenía los labios resecos por las ansias que sentía de besarlo, ya debería de estar acostumbrada porque desde que lo conoció comenzaron ese tipo de sensaciones, pero aun así no podía evitar incomodarse ante su excitante presencia.

Cuando tomo el plato y le agradeció, sus manos se rozaron levemente provocando una descarga eléctrica por su espina dorsal.

Ambos se sentaron y comieron en un silencio sepulcral, pero aun así no resultaba para nada incomodo desde el punto de vista de Atradis. Ella lo ayudo a recoger las cosas de la mesa y a lavar las ollas y las vajillas usadas. Anthony le sonrió levemente en forma de agradecimiento y de nuevo ella sintió como su corazón daba un vuelco… Ya esto se estaba volviendo ciertamente insoportable. ¿Es que acaso cuando estaba con él no podía pensar en otra cosa que no fuera en arrancarle la ropa y hacer el amor salvajemente?... Al parecer no.

***

-Muy Bien –Anthony tomo una de los almohadones y la coloco en medio de la cama tamaño extra grande –Tu duermes de ese lado y yo de este… Sin pasar la línea.

Atradis lo miro irónicamente al sentarse en su “Lado” de la cama y cruzarse de brazos.

-No voy a saltarte encima en mitad de la noche, Tony –Anthony no pudo evitar que la sonrisa se colara en sus labios al oír como ella acortaba su nombre. La observo recostarse en la almohada y darle la espalda mientras se cubría completamente con el cobertor.

Él siempre había pensado que compartir una cama con una mujer y que no fuera precisamente para tener sexo, era una intimidad demasiado grande para él. Ni siquiera con sus novias se había atrevido a hacerlo, a pesar de que su ultima novia había trasladado algunas de sus ropas a su casa nunca se había quedado realmente mas de lo que había durado una corta cena y una sesión de relaciones intimas.

Suspiro mientras introducía sus piernas debajo del cobertor y se recostaba en la almohada mientras observaba fijamente hacia el techo. Podía sentir la piel de Atradis con todo aquel delicioso calor y suavidad, no había nada que deseara más que poder acariciarla… Pero suponía, había pasado un tiempo sin acostarse con ninguna mujer y eso le hacia sentir deseo.

Cerró los ojos y por fin logro conciliar el sueño.

Y fue realmente extraño, porque parecía que se acababa de dormir cuando sonó el despertador y retumbo en la habitación. Se movió y lo apago mientras gruñía y daba media vuelta en la cama cubriéndose con el cobertor hasta los hombros. Abrió un ojo, al sentir una ligera respiración en su cara. Atradis estaba de cara a él, respirando tranquilamente y sonriendo con lo que parecía un delicioso y placentero sueño.

Se sentó en la cama y bostezo antes de levantarse. Caminando a paso apresurado al baño donde descolgó una toalla y decidió que era tiempo de ducharse y darse una buena afeitada.

***

Atradis rodo en la cama estirándose como un gato. Hacia algo de frio, pero el tipo e frialdad demasiado refrescante y que te provocaba quedarte disfrutándola mientras sueñas cosas que despliegan felicidad. Se enrosco en las sabanas y abrazo su almohada…

Estaba tan relajada…

Tan relajada…

…Que cuando sintió un almohadón golpearle en la cara, soltó un grito de la tierra al cielo.

-Voy a trabajar, Atradis –Abrió los ojos buscando al dueño de esa voz tan profunda y sensual. Entonces intento ubicarse al ver que esta no era su habitación, y que donde su cuerpo reposaba, no era su cama –Las sabanas eran de seda azul marina y era demasiado grande-. Anthony Byron la observaba con fijeza.

-Podrías ser más brusco si quieres… Podrías buscar un balde con agua fría y lanzármelo –Dijo ella molesta, por haber sido levantada de su dulce sueño que incluía chocolates y hombres buenísimos dándole dulces de comer en la boca.

-Podría… -Anthony rodo los ojos. Estaba vestido con un traje, que le quedaba como un guante… Enfundaba sus maravillosos músculos y resaltaba sus increíblemente azules ojos. Atradis se cruzo de brazos mientras entrecerraba los ojos con dureza.

-Oye tío, No fui yo quien arrollo a una pobre señorita, y luego la golpea en la cara con una almohada… Si no te caigo bien, entonces llévame donde mi amiga y déjame allí… Créeme, nos ahorraríamos una estupenda ida al jurado por culpa de un asesinato, cometido por mi obvio esta –Se cruzo de brazos he inclino ligeramente la barbilla hacia adelante.

-No puedo hacer eso.

-¿Por qué no?

-Porque en efecto ocurrirá un asesinato… Pero no serás tu quien me mate, si no mi hermana y Helena Parker, quienes me harán trizas en un santiamén –Atradis arqueo una ceja –Ellas te adoran, aunque no entiendo que es lo que les gusta de ti, y si se enteran que has perdido la memoria… Bueno… -él se estremeció –No quiero saber que harán conmigo.

-¿Y respecto a lo de que éramos prometidos? –Atradis iba hacerle escupir la verdad, quisiera o no quisiera.

-Bueno… Respecto a eso… -Él le sonrió. Al ver la expresión en la cara de Atradis su sonrisa se borro y fue sustituida por un largo suspiro –Fue una pequeña mentirilla para sacarte del hospital…

Hizo un gesto con los dedos para demostrar el significado de pequeña, por una extraña razón, eso la enervo.

-Bien por ti… Ahora lárgate –La expresión de él se horrorizo.

-¿Disculpa? ¿Me estas echando de mi propia casa?

-Hey amigo, cuando dejes de darle vueltas a la situación, la puerta esta hacia aquella dirección –Dijo señalando la puerta y viendo la expresión de hostilidad en su rostro cuando apretó la mandíbula y le chirriaron los dientes por la fuerza, estaba segura de que no la echaba a patadas a la calle era por su sentimiento de culpabilidad al pensar que ella había perdido realmente su memoria cuando la arrollo… Bueno… Supuso que el arrollamiento también entraba en el rango de culpabilidad para Anthony.

-Muy bien… -Dijo de manera arrastrada mientras se encaminaba hacia la puerta y la cerraba de un solo portazo. Atradis se sintió, repentinamente culpable de su hostilidad.

***

Alrededor de las nueve de la mañana, Anthony llego al trabajo, aun con el aura de rabia alrededor suyo. Soltó un suspiro en cuanto estaciono el auto en el estacionamiento de la empresa en la que llevaba trabajando desde que había terminado su carrera de derecho en la universidad. No es como si realmente necesitara trabajar en este tipo de cosas ya que podía perfectamente trabajar de manera individual para varios clientes, pero la empresa Anderson Communications, pagaba excelente por los servicios de Anthony como abogado de la empresa.

Abrió la puerta del vehículo justo cuando otro auto se estacionaba a su lado. Del convertible negro con dos puertas, salió a quien había esperado ver desde que todo esto comenzara. Con su metro noventa y cinco, Darius Stephen era incluso más alto que él. Sus ojos de un tono miel lo observaron con curiosidad mientras sacaba el maletín del asiento del copiloto.

Su cabello era liso y negro como la noche, lo llevaba algo desordenado y lo suficientemente largo como para que el flequillo cubriera torpemente su frente. La nariz era perfilada y los pómulos perfectos que encajaban bien con su mandíbula masculina que se notaba había sido afeitada esa misma mañana.

El traje negro, cubría sus músculos, que Anthony sabia de su existencia porque además de haber estudiado juntos en la universidad, Darius y él habían ido a los entrenamientos juntos, para poder obtener el cuerpo que las mujeres deseaban… Y que ahora –mientras que Darius disfrutaba la atracción que provocaba en las mujeres- Anthony aborrecía.

-Eres muy amable por haberme esperado, tío… -Dijo acercándose a él.

-Tengo que pedirte un favor…

-¡Lo sabia! ¡Sabia que por algo me esperaste! Es que te conozco, Byron… -Anthony puso los ojos en blanco mientras que Darius seguía con su monologo de pacotilla -¿Y que clase de favor necesitas?

-¿Recuerdas cuando estábamos en la universidad, he hiciste aquel curso de cómo hackear computadoras y eso…? –Pregunto esperanzado.

-No me gusta para nada el rumbo que esta tomando esta conversación, amigo –Darius arrugo la frente –Pero si que lo recuerdo, eso no es algo fácil de olvidar.

-Necesito que me ayudes a Hackear un e-mail.

***

Atradis volvió a despertarse alrededor de las diez de la mañana. El sol le daba de lleno en la cara porque las cortinas estaban corridas… Suspiro con pesar mientras se sentaban en la cama. El olor masculino de Anthony le llegaba a la nariz, porque durmió abrazada a su almohada. Se sentó en la orilla de la cama y estiro los brazos buscando lograr desperezarse.

Gateo entre las sabanas hasta que sus pies tocaron el suelo, de allí se dirigió a la cocina recordando que Anthony-señor-siempre-ofendido-Byron se había ido a trabajar. Su estomago rugió con un intenso crujido que hubiese asustado a cualquiera, en ese momento pensó en Helen y en su deliciosa comida de desayunos, almuerzos y cenas… La boca se le hizo agua en un momento muy poco oportuno.

Cuando se paro descubrió que la mesa tenia un plato llano cubierto por papel plástico, que revelaba huevos revueltos, dos tostadas y tres tiritas de bacon. Al lado había una nota.

“Ya que me echaste, antes de que pudiera siquiera darte el dato de que te había dejado el desayuno sobre la mesa, te estoy escribiendo esto –aunque debería dejarte sin nada- Solo tienes que calentarlo en el horno microondas.
No llegare hasta la cena, en la nevera y alacena hay cosas para picar. No Dañes mi cocina, por favor.

Para cualquier emergencia, he dejado mi número del trabajo sobre la mesita al lado de la puerta, esta junto al teléfono…He dejado dinero por si ocurre algo y no puedes llamarme… Por favor, Atradis… No se te ocurra salir sola.

Anthony Byron
P.D: Enciérrate bien y no le abras la puerta a nadie.”



Y hablando de paranoias… Atradis no pudo evitar que se le formara una sonrisa en los labios. A pesar de estar enojado con ella, Tony se había preocupado por su seguridad. Sintió una ola de culpabilidad por haberlo tratado de aquella manera en la mañana.

Se encogió de hombros, mientras calentaba el desayuno en el microondas. Ya solucionaría todo…