Novelass Exilio #2
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Novelass Exilio #2

Acá nos encontramos cuando novelass desaparece....
 
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Luthyem, el señor Ornitorrinco (I mean myself!) y la comunidad te llaman, Novelass no está en línea.

 

 Guardian de su corazón

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Fabiola
Nataly
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Nataly

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MensajeTema: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyVie Jul 24, 2009 8:19 pm

Hola a todos!

Si, se que esperan nuevos capis de Ania y Anthony. Lo siento, no hay, al menos no hoy.

Subiré mañana, pero quiería decirles que he creado un blog para mis novelas, y así no tener que andar subiendo de nuevo, hahaha.

Aún no está terminado, pero si gustan darse una vuelta, les espero allá!

besos


http://elrincondenataliatrujillo.blogspot.com/
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Fabiola

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyVie Jul 24, 2009 9:23 pm

Lo que hace el ocio no?
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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyVie Jul 24, 2009 9:26 pm

¬¬

graciosa
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May

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyVie Jul 24, 2009 11:04 pm

Jajaja!! difamas a Nat!! como puedes pensar eso de ella XD
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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptySáb Jul 25, 2009 10:44 am

Capitulos de la Novela "Guardían de su corazón"

Todos subidos y ordenados.. cualquier cosa me avisan

Ahh! hay capi nuevo! lo subo acá despues de dormir! XD! son las 4 am!

besos

http://elrincondenataliatrujillo.blogspot.com/2009/07/gdsc-capitulo-23.html
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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMar Jul 28, 2009 3:25 am

Hola chicas! pues les subo los capis donde nos habíamos quedado! besos

CAPÍTULO VEINTITRÉS




― ¡Clarisse!

El gritó reverberó por todo el local, de eso estaba segura Ania. Una mano le extendió del otro lado de la cortina del probador una prenda dorada.

― Aquí tienes. ― contestó Clarisse alegre.

― Clarisse, devuélveme mi ropa. ¡Ya!

El tono de Ania mostraba enfado. Se tapó sus pechos con ambos brazos metiendo las manos entre sus axilas. Sin embargo, Clarisse siguió agitando el vestido del otro lado ignorando las protestas de Ania.

― Deja de hacer berrinches como una niña pequeña. Ahora pruébate esto. Es esto, o saldrás desnuda. Es raro encontrar a mujeres de tu altura.

Ania le arrebató la prenda y comprobó que era el vestido que habían visto a su llegada y le dio vueltas. Era solo pedazos de tela pequeños y grandes, pero pedazos al fin ¿Por qué en el maniquí se veía con más tela?

Se lo empezó a poner de mala gana cuando Clarisse le comentó sutilmente que esos vestidos no se podían poner con brassier, así que le sugirió que se lo quitase. Ania no era una mojigata, pero le molestaba que le tomaran el pelo así. Si alguien a veía con esa ropa moriría en ese momento. Se quitó el bassier y volvió a colocarse la falda del vestido sobre su cabeza y buscando a cada cosa su lugar.

― Oh si, claro. Gracias por decir “Es raro encontrar gigantas como tu” ― dijo mientras sacaba la cabeza por un hueco que resultó ser el de los brazos. Con razón le había costado tanto trabajo. Suspiró cansada y miró del otro lado de la tela ― Clarisse, necesito ayuda.

Clarisse corrió la cortina y entró, antes de hacer o decir algo Ania la miró desafiante.

― Si te ríes, te dejo sin dientes.

Clarisse levantó las manos y negó con su cabeza.

― Cariño, aquí estoy de tu parte.

― Ajá, y yo soy la Reina Isabel de Inglaterra.

Clarisse la sacó de su enredadera y con tres simples movimientos le acomodó los tirantes.

Cuando Ania se miró al espejo, no tenía idea de quién era la mujer que estaba ahí. Era ella, pero a la vez, era tan distinta. Era un vestido largo, que se arrastraba y que en la cadera apretaba con una fajilla doblada, por delante era discreto, con un cuello recto que iba de hombro a hombro, recatado, pero por detrás, era demasiado. La espalda tenía un escote de lazo en forma de X, donde Ania había metido la cabeza erróneamente, y que llevaba hasta donde terminaba la cintura, un poco más abajo y se le vería la línea del trasero.

Clarisse se colocó a su lado y la abrazó.

― Mira lo que tenías escondido. ¡Pero que espalda, y que hombros! Yo mataría por uno así. Con dos hijos, bueno, el cuerpo no es lo mismo. ― dijo poniendo una mano sobre la cadera. ― Así que sal y deja que le demos el visto bueno.

La tomó de la mano pero Ania se resistió.

― Ya me lo puse. Devuélveme mi ropa Clarisse.

Clarisse se encogió de hombros, sonrió y salió.

― Si la quieres, ven por ella.

Echando aire por la cabeza, Ania asomó la cabeza detrás de la cortina. Clarisse estaba atendiendo a una mujer y entonces vio su ropa detrás de la caja, encimada sobre una silla. Pero a menos que tuviera genes del Hombre Elástico de “Los Cuatro Fantásticos”, jamás conseguiría su ropa sin salir de ahí.

Dejó caer la cabeza resignada, dejando que la cola de caballo de su cabello cajera. Era tan injusta la vida. Después salió sigilosamente del probador y caminó hasta la silla. Estaba tan cerca

― ¡Niñas, vengan un minuto! ― gritó Clarisse mirando a Ania ― Tienen que dar su opinión.

Sara y Janet se acercaron corriendo a verla y se quedaron calladas, después boquiabiertas.

― Wuauu… te ves increíble. ― dijo Sara.

― Sip, te ves guaperríma. ― confirmó Janet con su propio lenguaje.

Ania sentía sus mejillas calentándose segundo a segundo. Las otras mujeres se volvieron hacia donde ella y empezaron a cuchichear.

― ¿Qué palabra es guaperríma? ― preguntó Clarisse a su hija dándole una palmadita en la cabeza, provocando que Janet se sobara ― Por Dios Janet, en vez de mejorar ese vocabulario me sales con cada palabra.

― Hay má, ya no sigas.

― Los niños de hoy. ― Clarisse miró a Ania de la cabeza a los pies, y se detuvo en los pies. ― Esos zapatos no van con ese vestido.

Ania alzó un poco el vestido para mostrar unas botas negras de tacón pequeño. No, no iban con el vestido. Y el vestido no iba con ella.

― Bien, listo. Ya viste lo que querías. Ahora me cambio, me llevo los otros trajes. Esto… ― señaló el vestido con su mano ― se queda.

― Eso ― apuntó Clarisse ― Se va, junto con un par de zapatillas perfectas para ti. Cortesía de una amiga que está feliz de ver a una amiga.

― Clarisse, esto…

― Algún día me lo agradecerás.

Cuando Ania salió con Sara de la tienda seguía pensando en las palabras de Clarisse, y lo dudaba mucho. Cameron seguía en el mismo lugar de lo más entretenido con su revista de quien sabe que. Sara subió primero, con las cajas de ropa y después Ania se sentó en su lugar.

― ¿No que solo un rato? ― preguntó con sarcasmo Cameron.

― Tú no conoces a Clarisse.

― Pero si a todas las mujeres. ― dijo mientras metía la revista en la guantera.

Ania le dio la mirada glacial.

― Cameron, estoy sudada de tanto probarme trajes, me hicieron traerme uno que no quería y encima es un vestido, así que ahora mismo, no quieres jugar bromas conmigo, ¿Entendido?

Ania observó la manzana de Adán de la garganta de Cameron bajar lentamente.

― Ok, ok. Nos vamos.

― Eso esta mejor.


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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMar Jul 28, 2009 3:37 am



Continuación del capi anterior......





Llegaron a la casa y Sara ayudó a Ania a bajar las bolsas y dejarlas en su pieza. Estuvo con Coco un rato mientras que Ania guardaba las cajas. Cuando vio la que contenía el vestido, la metió en el fondo del clóset. Jamás saldría a la vista. Quizás cuando Marla volviera a su talla se lo podría regalar.

Después acompañó a Sara a la casa grande, y se molestó al ver la mirada reprobatoria de la señora Perkins. Ania la sostuvo y no la dejó de mirar hasta que se perdió en el piso superior. Se fue a la cocina donde Mar estaba en plena faena con el guisado. Ania quiso ofrecer su ayuda, pero dado que solo sabía cocinar cosas que incluyeran meter en un microondas o fuera algo como fruta fresca, no servía para más. Media hora después Mar anunció que la comida se serviría en quince minutos. Ania fue a cambiarse y cuando regresó se encontró con Sara en la entrada del comedor, vistiendo un vaporoso vestido negro con rosa y su cabellera rubia suelta, sujetada por una diadema negra.

A treinta y dos grados Ania se estaba muriendo de calor con una blusa simple, no imaginaba lo que sentiría Sara con ese vestido. Le dio pase y caminaron al comedor.

― Vi que Janet y tú se estaban llevando bien.

Sara asintió.

― Toca el violín. Jamás pensé que ella tocase el violín.

Ania sonrió. Matt había sido muy bueno con los instrumentos. Todo un geek, quizás sus hijos habían sacado eso de él, y no la incomprensibilidad auditiva de la madre.

― Pues ya somos dos.

Se sentaron en la mesa tomando el asiento que pudieran. Anthony en la cabeza de la mesa, y para desgracia del día, Charle y Vivian también se sentaron a comer con ellos. El primero a la izquierda de Marshall y Vivian a un lado de este. Mike se sentó a la derecha de Tony y Sara, entre Mike y Ania. Mar sirvió la comida ala hora en punto y la plática empezó y como siempre la política era el tema. Ania sabía que ese era el trabajo de todos ellos, pero por Dios, ¿en la mesa de comida?

Entonces una brillante idea se le ocurrió. Casi pudo oír el sonido de las campanas como en las caricaturas.

― ¿Que te pareció la boutique, Sara? ― preguntó Ania con un tono de voz un poco más elevado de lo normal.

Las pláticas cesaron de repente. Todos mirando a Ania como si se hubiese vuelto loca. Sobre todo Sara, quién la miraba extrañada. Casi siempre se limitaban a comer en silencio, y escuchar a los demás, pero por cortesía tenía que contestar.

― Me gustó mucho. ― Tomó un sorbo de su agua. Ese día había dado un paso contra la timidez y pensó en arriesgarse por más ― ¿Conoces de hace mucho a la Señora Montgomery?

Ania sonrió feliz. Muy feliz. La tortuga Sara estaba saliendo de su caparazón.

― ¿A Clarisse? Si, estudiamos juntas. ― Recordar aquellos años juntos le provocaba un sentimiento de calidez ― Fuimos muy buenas amigas.

― Es un poco… diferente de las reuniones de padres.

― Sí, lo es.

Ania miró a Anthony esperando su participación, pero él seguí cortando la carne con los cubiertos. A veces ese hombre metía la pata hasta el fondo. Pero no quería ser tan obvia, y desgraciadamente atrajo la atención de alguien que no quería.

― ¿Boutique? ― intervino Vivian mirando hacia Ania. ― ¿Están hablando de la Boutique Gemma? ¿Y de su dueña Clarisse Montgomery?

Sara fue la que respondió en tono de defensa.

― Estudiaron juntas.

― ¿A Matthew Montgomery también lo conoces? ― preguntó Charles, integrándose en la conversación. Alzó la copa de vino y se la llevó a los labios.

Ania lo miraba a través del frío cristal.

― Claro, Matt y yo también estudiamos juntos. Y su hija Janet va en la misma clase que Sara.

― ¿Son amigas, Sara? ― inquirió Anthony mirando fijamente a su hija.

Ania quiso darle de golpe en la espinilla. Esa voz, esa mirada y esa pregunta no era lo que había esperado de Anthony. Sintió a Sara tensarse y bajar la mirada a su plato.

― Yo… he…

― Janet y ella tocan instrumentos musicales. ― interfirió Ania rápidamente ― ¿Desde cuándo tocas el piano Sara?

― Desde los tres años.

Ania abrió los ojos sorprendida. En verdad sorprendida.

― Wuau, ¡es genial! Yo siempre traté de tocarlo ― alzó las manos ― pero mis dedos son demasiado lentos para eso. ― Tenía que buscar que el tema de plática siguiera neutro. Miró al único miembro que o había hablado y se mantenía concentrado en su platillo de comida, devorando el filete de carne ― Mike, ¿tú tocas algún instrumento?

El tenedor que llevaba un pedazo de carne a su boca se quedó suspendido en el aire.

― Sí ― contestó tragando el pedazo de carne, tomó agua para bajar la comida y suspiró ― Pues ahora que lo dices, se me da muy bien la armónica. Aunque la cantada no se me da nada mal.

Sara y Ania se rieron entre ellas.

― Oh vaya, eso quisiera verlo. Pavarotti en acción.

― Oye, no estoy tan gordo que él. ― exclamó indignado Mike y después acarició su pequeña panza escondida debajo del traje ― Estoy frondoso, ¿a que sí pequeña? ― se inclinó hacia Sara y le guiñó un ojo., provocando risas por parte de Sara.

Ania se tragó sus ganas de golpear a Anthony. Estaba desperdiciando una muy buena oportunidad de hablar con Sara. Podía alabar la habilidad de su hija, decidió darle un segundo apoyo. Volvió su atención a Sara nuevamente.

― Me entere por Clarisse que van a hacer un concurso de talento musical, deberías de inscribirte. ― le animó Ania dándole un golpe amistoso con el codo

Sara jugó con su cabello.

― No, la verdad no se me da muy bien el público.

― Sara, tienes que hacerlo. ― dijo Anthony imperativamente, viajando su mirada entre su hija y su plato.

― ¿Papá?

― Claro, tienes que inscribirte. Sé que ganarás. Además son solo un par de personas.

Ania deseó poder dejar caer la cabeza sobre sus hombros. Anthony estaba arruinando todo. Sara dejó de sonreír y sintió su tensión en la forma en que apretaba los cubiertos.

― Yo… lo haré, papá.

Ania detectó el tonó de su voz. No era el dulce “Papá” que una niña decía, sino aquel que decías obligada.

― No se trata de ganar, ― intervino Ania mirando primero a Sara y luego a todos los comensales ― sino de competir sanamente y poner todas tus ganas. También hay que saber ser un buen perdedor.

― ¡Por favor! ― exclamó Vivian ― Todo es acerca de ganar. Que cosa tan tonta dices Ania. Además, Sarita ganará, es la hija de su padre.

“Hay claro cariño, y tú eres rubia natural” quiso contestarle Ania, pero se mordió la lengua. Gracias al cielo Mike intervino.

― ¿Y que tal te fue en la escuela? ― pregunto Mike, cambiando de tema, paseando la mirada de Sara a Ania, guiñándole el ojo a esta y volviendo a Sara.

― Bien. ― murmuró Sara.

― ¿Qué tal la llevas con los maestros? ― insistió sacándole plática.

― Son buenos. Todos me caen bien.

― Oh, yo recuerdo mis días de estudiante. ― suspiró Mike pensativo ― Tan bellos recuerdos. Era un holgazán y no hacía nada, y siempre me iba bien. La envidia de la escuela.

― Pues lo de haragán aun sigue. ― comentó Ania.

Todos estallaron a las risas. Entonces Vivian miró a Sara

― Sarita, ― decía su nombre con un tono empalagoso que provocaba ganas de vomitar en Ania ― quizás nos quieras contar que le gusta a los chicos hoy. ¿Tienes algún chico escondido por ahí?

― ¡No! ― contestaron. Sara gimiendo avergonzada y Anthony gritando horrorizado.

Ania pudo comprobar que ambos tenían muy buenos pulmones.

― Es una niña, Vivian. ¡Por dios! ― sentenció Anthony volviendo a su plato.

― Hay, Tony, eres tan sobreprotector ― dijo Vivian con esa voz de comercial de L’Oreal y aleteado las pestañas a mil revoluciones por segundo.

Al final regresaron a lo de siempre. Todos en su mundo. Ania no quiso arriesgarse a un nuevo tema de conversación.

Varias horas después, Ania siguió con su rutina, comprobando la seguridad de la casa, y dando rondas. Logan y ella habían hablado acerca de perros guardianes, pero Ania lo había descartado. Necesitan un entrenamiento riguroso y además, con Sara en la casa, y gente entrando, no era muy buena idea. Dio una vuelta por la casa, y en el camino se encontró a Danielle y a Meg que regresaban de no sé donde. También se encontró con el odioso de Charles que no dejaba de darle miradas amenazantes. Marcó para hablar con Larry y saber si había averiguado algo de lo sucedido con su madre, pero tenía dos días sin tener noticias de él.

Entrando la noche repasó el itinerario del día siguiente y del viaje con Logan y Mike. No quería que nada se le quedara sin revisar. Salió unas horas para visitar al lugar junto a Mike. El teatro Kodak se quedaba corto con ese lugar. Era fantástico… y enorme. Por lo visto mucha gente iba a llegar a morirse de hambre.
Sin querer recordó las palabras de Anthony y como había defendido su posición. Sonrió pensativamente.

― ¿Preparada? ― preguntó Mike mirando el lugar.

― Siempre Mike, siempre.

Regresaron a la casa, rápidamente y cada quien se puso en sus cosas. Ania volvió a marcar a Larry y no lo encontró. Se estaba empezando a impacientar. Siendo editor de un periódico tan famoso como el suyo, de seguro no podía andar perdido así como así. Unos golpes en el vidrio de su puerta la pusieron en alerta. Coco medio levantó su cara, pero como no era algo que significara rascar la panza, se volvió a dormir.

Corrió la cortina y no se sorprendió de ver a Anthony. Ania abrió la puerta dejándolo entrar después salió para comprobar si alguien estaba afuera, y cerró.

― ¿Y?

Anthony estaba con la camisa arremangada y un poco despeinando, como si se hubiese pasado la mano por el cabello muchas veces. Su cara mostraba preocupación e incertidumbre. Y Ania sabía que no era por las elecciones.

― ¿Estuve fatal, no es así?

Ania fue por dos latas de Coca-Colas al refrigerador. Le tendió una a Tony y ella se quedó con la otra. Fue al sillón individual y se sentó subiendo las piernas en la mesa de centro. Lo bueno es que Marshall no era tan quisquilloso como James.

― No tanto, pero ese grito… ― abrió la lata y tomó un sorbo largo ― Debes de aprender a modular tu voz con Sara. Es una niña, no uno de tus subordinados, además los niños a su edad hoy en día ya tienen algún chico que les gusta.

― ¿Mi hija? ¡Tiene nueve años! ― Ambos se quedaron mirando y después sonrieron agradablemente ― ¡Dios! Estoy viejo para esto

Anthony hizo una mueca dramática que les hizo carcajear a ambos.

― ¡Oh vamos! Cuando llegue a lo adolescencia, ¡prepárate! ― dijo Ania siguiendo con la broma.

Anthony arqueó una ceja.

― ¿No que no sabes nada de niños?

― Nop, pero fui una vez joven, sabes.

― Eso no es de mucha ayuda.

Ania alzó la lata y brindó a lo lejos con Anthony.

― Además, debes de aprender a usar las palabras correctas. Cuando le dije a Sara que se podía inscribirse en el concurso, ella tenía que tomar la decisión, ver si se atrevía. Pero cuando tu hablaste dijiste “tiene”, ― alzó el dedo ― Sara no tiene ni debe de hacer nada, ella lo hará si quiere, que es muy diferente.

Al decir esas palabras Ania se sintió mortalmente vieja. Como una anciana dando un consejo a un niño de cinco años. Su madre había tratado de hacerlas cumplir, pero su padre había sido otra cosa.

Anthony miró la actitud

― ¿Te impusieron muchos deberes?

En otro momento Ania no habría contestado o habría evadido la pregunta con otra. Pero Anthony se había sincerado con ella, hablando de su debilidad, de Sara. Ella quería compartir la misma confianza con él.

― Depende. Mi madre no era tan exigente. Sí, quería que todo saliera todo bien, ¿quién no? Pero Ralf exigía demasiado. Exigía la perfección. Siempre nos exhibía como sus trofeos. Lindas muñecas sin cerebro que tenía al alcance de su mano. ― Ania iba a tomar un sorbo de su lata pero se quedó a medio camino. Marshall tenía la mirada pérdida, cabizbajo, y con un sexto sentido Ania interpretó sus pensamientos ― No Marshall, Jamás te he comparado con mi madre de esa manera. Sé que quieres a Sara. Lo puedo ver, todo el mundo lo puede ver. Es sólo que te falta práctica en demostrarlo.

― ¿No sirvo de padre, no es así?

Sólo fueron unos segundos, pero Ania sintió cierta calidez en su mirada cuando Anthony lo miró con sus tiernos ojos marrones. La boca se le secó de momento y tomó otro sorbo esquivando su mirada. Después lo volvió a mirar y le dio una breve sonrisa.

― Estas aprendiendo, eso es un buen comienzo.

Ese, pensó Ania, era el mejor comienzo, y se acabó su refresco.
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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMar Jul 28, 2009 3:48 am

Capítulo 24







― Cameron, vamos a repasar todo de nuevo.

Cameron hizo un gesto de cansancio pero al ver la mirada de Ania se compuso y se sentó derecho. Estaban en su casa, viendo un mapa de la ciudad, donde tenía varías líneas trazadas con diferentes colores. Cameron alzó la mano y la colocó un dedo señalando el lugar donde estaban en ese momento.

― Salimos a las ocho. Tomaremos Santa Mónica Blvd., ― con su dedo empezó a hacer un recorrido por la línea azul que tenía el mapa ― después doblaré en Hollywood Fwy, y entraremos al Centro, pasaremos el Ayuntamiento. Luego la Calle 1 Norte y después finalmente, paremos en 1 Street East y al Centro Nacional para la Preservación de la Democracia

Ania se aguantó la risa al ver a Cameron hacer un saludo de bandera y poner su mano en su corazón.

― ¿Luego?

― Cameron, o sea yo, ― dijo mientras se autoseñalaba ― se irá a refugiar al estacionamiento, donde de seguro me encontraré a mi amigo Albert, el chofer del congresista Stevens, y… ― Cameron sintió un escalofrío recorrer al ver la mirada de Ania y esa única ceja alzarse, ― Pero que desde luego no saludaré ni entablaré plática alguna, sino que me quedaré en el auto, cuidándolo con mi vida.

Ania sonrió. No pudo evitarlo.

― Me encanta tu humor, Cam, ¿y después?

― Esperaré a tu llamado, nos vendremos, tomando una ruta diferente, nos vendremos por ― y volvió al mapa, pero ahora siguiendo la ruta verde ― Wiltshire, cosa que considero tonta, porque nos hacemos el doble de tiempo.

Habían discutido eso durante varios minutos.

― Cameron, si algo nos llegase a pasar, esa calle nos puede salvar la vida. Después de todo, has estado esperado a utilizar tus vueltas en U y acelerar ¿no? Además estas otras rutas ― y señalo las rotas en rojo y naranja ― nos servirán para evacuar rápido. Y llegar a estos puntos ― El primero era una estación de policía con muy buena seguridad, y el otro era la casa, pero bordeándola.

Cameron se acarició la barbilla, pensativo.

― Si lo pones así…

Tomó el mapa y lo dobló, tendiéndoselo a Cameron.

― ¿Vas por la limosina ahora?

― Sí, y sí la chocaré cuidadosamente. Cada pedazo de ella.

Había agregado al ver que Ania lo iba a interrumpir.

― Ten cuidado Cam.

― Nos vemos en un rato.

Ya sola Ania miró la sala, se fue a la ventana donde Coco estaba tirada y se sentó en el balcón colocándosela en sus piernas y después acariciándola. Tenía tantas cosas en la cabeza, esa cena, el viaje Express por todo California, el dejar sola Sarah durante el viaje, a Anthony con su hija y su campaña, a su padre que sabía tramaba algo, la muerte de su madre y la repentina desaparición de Larry.

Se pasó una mano por la cara, fatigada. A veces deseaba estar en su casa, sin hacer nada, sin preocuparse de nada, Pero después se reía de sus propios pensamientos. No podía estar sentada cinco minutos seguidos. Ser un florero no era su vida. Bajó la cabeza hacia Coco e intensificó las caricias. La iba a extrañar. Con todos los sucesos ocurridos y los recuerdos aun vigentes, Coco era un pedacito que le recordaba que por un tiempo había sido feliz.

Miró el cielo azul por la ventana pensando ahora en Jonás, Marla y el pequeño Samuel. Entonces su mente viajó a los recuerdos de Samuel Padre. Había sido guardaespaldas de su padre por varios años, pero cuando la muerte de su madre había cambiado todo, y su padre se había vuelto violento con ella, él la había protegido. Y eso le había costado su trabajo. Pero le había dejado a Ania un gran consejo. El fuerte llega hasta donde el cobarde quiere. Y ella había dejado de ser una cobarde.
Dejó de mimar a Coco y su mano viajó a su cabello justo en donde estaba la cicatriz. La tocó y la tocó casi jugando con ella. Llevaba días tratando de recordar más cosas esa noche, incluso había empezado a tener pesadillas cortas en la noche. Y siempre era lo mismo. Su madre en la puerta del despacho de Ralf, después mirándola y haciéndole señas de que se callara, se acercaba a ella y la Ania joven empezaba a tener miedo y miraba de nuevo y no era su madre sino su padre quien iba por ella, luego la oscuridad. Y después nada. No lograba obtener algo más.

Justo cuando había cumplido la mayoría de edad, había salido de aquella prisión con nada más que sus papeles importantes, una vieja mochila, Beauchamp en una mano y en la otra, la libertad. Había buscado a todos los Samuel Santamaría que había encontrado en el directorio. Y después de cuatro fracasos, en la quinta casa, había dado con él. Y desde aquél día, una nueva vida había empezado.

― ¿Un centavo por tus pensamientos?

Ania bajó la mano de golpe y esta calló sobre Coco que maulló enojada y saltó a la cocina.

― Auch, pobrecita. En verdad estabas concentrada si te espanté.

Logan estaba parado frente a ella. Log también había sido parte de esa nueva vida, y había tenido un papel muy importante. Sin querer profirió un hondo suspiro.

― Vaya, ¿y ese suspiro?

Ania se levantó y sacudió su pantalón. Tenía un par de horas para cambiarse y prepararse para la cena.

― Ese suspiro es de qué te tengo que soportar. Y mis pensamientos no valen un centavo.

― Sí, sí, sí, lo que digas.

Logan fue hacia la cocina y abrió el refrigerador sacando una lata de refresco.
― Sírvete ― susurró Ania sarcástica.

Estuvieron unos minutos en silencio. Ania estaba esperando a ver cuanto tiempo tardaba en hablar.

― ¿Y bien?

― ¿Y bien que?

― ¿Lista?

Por alguna razón Ania sabía que se refería a la cena, pero a la hablaba de otra cosa.

― Pues claro, ¿qué te crees que soy, nueva?

― La misma Ani de siempre.

Ania le dio un golpe en el brazo… fuertemente.

― Odio que me llames Ani.

― Marla te llama así.

― Si, pero es Marla.

Logan se limpió una lágrima falsa y agregó con voz llorosa.

― Me siento herido.

― Si claro, tú y tu pobre corazón lloraran toda la noche.

Después ninguno de los dos dijo nada más. Ania esperó a que se terminara el refresco.

― ¿Sabes que lo verás, no es así?

Así que eso era, pensó Ania. Al parecer todo el mundo pensaba que su padre y ella no se podían ver ni en pintura. Pues sí, era verdad, pero no por ello saltaría en cuanto lo viera.

― Si Log, lo sé. ― dijo cansada ― No es la primera vez que lo veo, y no será la ultima. Al menos hasta que muera. Así que tranquilo, me controlaré.

― Tratará de sacarte de sus casillas.

Ella también lo había pensando. Había sacado sus propias conclusiones después de hablar con Anthony el día anterior.

― No he dejado de pensar en eso. Después del reportaje de Larry, se que lo hará, será su forma de vengarse. Me acorralará hasta que explote, desacreditándome y haciéndome la mala de la película.

― Vaya, te las sabes todas

― Viví con él demasiado tiempo. ― más del que le habría gustado a ella, pero no iba decir eso ― Sé cuales son sus cartas. Y con eso jugaré.

― Me siento tan orgulloso de mi chica.

― Tu chica mis… no tengo eso, pero no soy tu chica.

Logan tiró la cabeza hacia atrás, y dejó salir una sonora carcajada. Después se levantó del asiento poniendo terreno entre ellos. Dejó la lata en la mesa y entrelazó las manos, poniendo los ojos como cervatillo y aleteando las pestañas.

― “Log, eres lo máximo… ― dijo con una imitación bastante mala de chica ― eres un héroe. Gracias por salvarme. Yo…”

Ania saltó del sofá y fue detrás de él, pero había una mesa que los separaba.

― ¡Cállate!

― Oh vamos, qué es un juego entre amigos.

Ania lo rodeó por un lado pero el salía por el otro.

― No cuando me tomas el pelo de esa manera. Tenía 19 años, era una chiquilla por dios.

― Pero besabas bien.

Se fueron hacia los sillones y se iban escondiendo entre ellos.

― Te voy tirar esos dientes y arruinar esa cara bonita.

― Un besito… ― repetía una y otra vez Logan alzando el pico como caballo.

Ania en un impulso saltó hasta él, pero Log ya había calculado el golpe y la había atrapado colocándola entre sus brazos con su espalda pegada a su pecho y ambos forcejeando.
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Nataly

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMar Jul 28, 2009 3:48 am



Continuación del capitulo anterior.....................













― Suéltame idiota que te voy…

― Uno, anda. Ya me diste uno, ¿qué es otro?

― Te juro que…

Un carraspeado los dejó quietos y miraron hacia la puerta que estaba abierta, y Anthony con una cara recta estaba en el umbral.

― ¿Están ocupados?

― Anthony… ― fue sólo un susurro, una vocecilla, pero se sentía como una niña atrapada haciendo algo malo.

Logan la soltó lentamente y Ania se separó, después arreglarían las cosas. Se alisó la blusa y su cabello un poco alborotado. Anthony los seguía mirando reprobatoriamente y su mirada tenía algo más. Era fuego dorado en esos momentos.

Estaba enojado. Genial, ahora cargaría con un malhumorado.

Con una mano en el pantalón y la otra en el picaporte de la puerta, Anthony entró y se acercó un poco a ellos.

― Creo señor O’Brien que se le contrató para vigilar la casa, no para andar jugando con la guardaespaldas

Logan se puso recto y su voz era un línea de acústica. Sin sentimientos ni remordimientos. Solo contestó.

― Lo siento señor. No volverá a pasar

― Sólo estábamos…

― Me han informado que quería verme ― interrumpió Anthony sin dejarla hablar. ― sí es así, podemos empezar rápido. Tengo cosas que hacer.

Salió de la casa, dándole a entender que la siguiera. Eso molestó a Ania, ¿cómo se atreví a tratarla de esa manera?

― Vale ― le dio un golpe a Logan en la cabeza ― La próxima vez compórtate.

― Parece enojado.

Ania seguía mirando la puerta sin creerse lo que había pasado.

― Si, pero no entiendo por qué. Ha de ser bipolar el hombre. ― tomó una bocanada de aire y lo miró ― A veces es una buena persona, pero otras, parece que llegaron los ovnis y cambiaron de personalidad. ― Logan no la miraba sino que seguía con los ojos fijos en la puerta ― ¿Qué piensas?

― Algo que no me está gustando. Pero no creo… No. ― s contestó a sí mismo y después empezó a reír. ― Cuídate, ¿vale?

― Si papá.

― Vete, antes de que nos corra. Yo aun no junto para mi semana de salario.

― Idiota. Nos vemos.

Ambos salieron rápidamente, Logan se fue a su central de inteligencia como el mismo lo llamaba y ella se echó a caminar hacía la casa grande. Entró por la puerta trasera y se encontró con Mar, quien estaba mirando la televisión en su novela favorita.

― Algo le pasó a Tony. ― dijo Mar sin apartar la vista del televisor.

― ¿Ah sí?

Mar Sally Field se metió un pedazo de fruta a la boca y siguió mirando su programa. Ania se preguntó como supo que era ella pero lo dejó pasar.

― Vale, lo voy a ver su despacho.

Nada más al entrar en la estancia sintió la tensión en el ambiente. Marshall estaba de espaldas a ella, mirando por la ventana que daba a su casa.

― Parece que se estaba divirtiendo.

Fue un golpe en seco. Ni holas ni nada. Ni siquiera se volteó para verla al hablar. Ania deseó tomar un libro y lanzárselo. Pero sería poco.

― Pues si, la verdad es que si me estaba divirtiendo. La casa está segura, y ambos sólo establos platicando.

Anthony dejó caer la cortina y se dio la vuelta para encararla.

― Eso no fue lo que vi.

Abrió y cerró las manos con fuerza. Ania se estaba cansando de eso.

― Lo que vio fue a dos viejos amigos tomándose el pelo uno al otro.

― Pues a mi me pareció otra cosa. Además, si la casa es tan segura ahora, ¿Por qué lo contratamos?

Ah, eso sí se que no, pensó Ania. Si estaba tratando de insinuar lo que creía que estaba haciendo, su trato de amistad estaba pendiendo de un hilo muy pero muy delgado.

― Salimos de viaje mañana. Nos vamos por una semana, y Sara, James, Mar y todos se quedan. Yo voy a cuidar su trasero, pero ¿Quién se quedará aquí? ― hizo una pausa esperando respuesta. Dejó que la idea entrara en esa cabeza hueca ― Logan es excelente. Yo aprendí de él, y también Logan es mi amigo. Las dos cosas vienen juntas y separadas. Juntas, porque para mí, un amigo es algo importante, no sólo un objeto, y separadas porque a pesar de lo que vio, nos tomamos el trabajo en serio. Si tan poco le preocupa dejar la casa desprotegida, con Sara aquí, vaya y despida a Logan.

El silencio reinó. Ambos se quedaron mirando fijamente, midiéndose el uno al otro, con cada segundo que pasaba, Ania alzaba aún más su cabeza, manteniendo la cabeza erguida. Al cuerno con Anthony, pensó, ella no había hecho nada malo.

Fue Anthony en primero en desviar la mirada. Bajó la cabeza y con una mano empezó a jugar con la mesa, dándole pequeños golpes.

― Lo siento.

Ania estaba empezando a hartarse de esos lo siento. Era bipolar, eso era. Dejó salir un aire y se dio la vuelta.

― Cameron fue por el auto. Regresa en una media hora más o menos. Salimos a las ocho.

― Ania, hay un cambio de planes.

Cambio de planes. Ania odiaba los imprevistos de última hora. Tenía todo programado y no le gustaban los avisos de último momento.

― ¿Y ahora que?

― Vivian va a ir a la cena con nosotros.

Genial, justo lo que faltaba.

Que la rubita estuviera en la cena. Recordó las palabras de Clarisse, acerca de Vivian detrás de Anthony, queriendo ser la futura esposa del senador. Quizás algún día, incluso, Primera Dama. Pues a ella le daba igual, pensó Ania. No es como si le importara. Ella estaba ahí por trabajo.

“No te involucres” era el lema, y lo haría cumplir.

Le dio su mejor sonrisa falsa, tanto que se le entumieron los pómulos de ellos.

― Vaya, pues bien.

Anthony vislumbró por unos segundos algo en su mirada pero no supo que fue. Después de encontrarlos a ella y a Logan en la caza de la alberca hablando de besos y jugando se había sentido molesto, enojado, insultado, y sí, celoso. Cosa que no tenía sentido, porque entre ellos dos no había nada.

Pero entonces, ¿Por qué tenía la imperiosa necesidad de excusarse con ella?

― Charles pensó que era mejor que no apareciera solo. Además Vivian sabe mezclarse en estas cenas.

Era una cena de caridad, pero también era un lugar para atraer más contribuyentes a la campaña de Marshall. Ania entendía eso, pero no por ello le agradaba la idea de llevar a Vivian en el asiento de atrás.

― Pues qué bien. Bueno, nos vemos Marshall, salimos a las ocho.

Salió de prisa de la habitación y caminó aceleradamente fuera de la casa. Ya fuera de la casa, alentó el paso y se fue pensativa hacia su casita. ¿Por qué se había sentido herida al escuchar que Vivian si sabía mezclarse?

Porque en cierta forma sabía que no era tan femenina como Vivian, ni sabía “mezclarse” como ella. No, Ania no quería una vida así. Había huido de una similar y no regresaría a lo mismo. Sin embargo, una maldita vocecilla no la dejaba en paz, que le hacía preguntar a Ania si entre ellos no había algo más.

Metiendo las manos en las bolsas de su chamarra, Ania siguió caminado sin mirar la vía, pensando en todo. Vivian era hermosa, inteligente, refinada y educada, creada como una máquina para esa vida. Ania no la veía jugando en la arena, ni diciendo groserías, ni golpeando gentes, ni… bueno, en resumidas, no era Ania.

Se detuvo ante una cámara de seguridad y alzó los pulgares hacia arriba, indicándole a Logan que todo estaba bien. Incluso le dio una sonrisa. A este paso acabaría con cintas pegadas en los cachetes por culpa de esas sonrisas tan falsas como el césped que pisaba.

Llegó a la casa, e iba directamente a su dormitorio para empezar a arreglarse. Entonces un maullido de Coco la detuvo y su sexto sentido le índico que había alguien más. Puso la mano en su pistola a punto de sacarla cuando vio a Sara hincada jugando con el gato.

Ania casi se da un golpe en el pecho para calmar su corazón. Había estado a punto de espantar a Sara, por segunda vez. Se acercó a ella, y le tocó el hombro.

― Sara, ¿Qué haces aquí?

La niña empezó a hacerle más caricias a Coco y después la miró.

― Vine a ver a Coco. ¿Te la vas a llevar mañana?

― No, claro que no. ― Aunque ella quisiera, no podía cuidarla. Entonces se le ocurrió una idea ― En realidad te iba a pedir que te la quedaras.

Los ojos de la niña brillaron como dos zafiros.

― ¿Puedo?

― Claro, la niñera de Coco ha renunciado recientemente y no creo que acepte otra vez. ― Recordar a Tamara con su cara hinchada, no, no iba a volver a aceptar ― Coco es demasiado mimada. Pero… te la tendrás que llevar a la casa grande. No quiero que durante mi ausencia vengas aquí sola.

― ¿Puede dormir conmigo?

― Creo que si. Habrá que habla con tu padre y decirle

― Oh…

Eso fue lo único que dijo, pero su cara expresaba más cosas. Había dejado caer los hombros y su ojos habían perdido ese brillo.

― ¿Por qué esa cara?

― Papá es a veces… ― Sara seguía buscando la palabra para definir a su padre. Malo no era, pero tampoco tierno.

Ania también pensaba lo mismo. No había manera de definir a Marshall. Su puso en cuclillas justo al nivel de Sara.

― Pues no sabrás que dirá hasta que le preguntes ¿no? Puedes imaginarte mil respuestas, pero al final tu padre te dará la suya, porque tú no eres tu padre, y no piensas como él.

― Se lo pediré.

Ania sonrió, y movida por un impulso, le dio un pequeño toque en la nariz.

― Así me gusta. Sabes que salimos de viaje mañana, ¿no es así?

La pequeña asintió tocándose la nariz.

― Si, te voy a extrañar.

Aquella confesión proveniente de una niña de ocho años la dejó desarmada. Sentía la necesidad de protegerla, pero no por dinero. Sara se había convertido en uno de los suyos. Sintió un escozor en sus ojos, lo que hizo que se pusiera de pie súbitamente.

― Yo igual. Anda a tu casa. Nos vemos en una semana.

Espero a que Sara se fuera y la viera entrar en la puerta lateral de la casa grande. No pudo evitar sonreír y empezó a bailar su cabeza.

Entonces fue a su recámara y sacó su ropa. El día apenas comenzaba.
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Mary




Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 22/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMar Jul 28, 2009 4:46 am

yo que pensaba que teniamos capi nuevo ¬¬
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http://www.mediafire.com/?sharekey=c7c8898fe10fdedd8ef1259ff1b60
Fabiola

Fabiola


Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 22/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMiér Jul 29, 2009 12:42 am

¬¬!!
y el otro??
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lunalunaluna




Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 23/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMiér Jul 29, 2009 7:58 am

Nataly,

éste es el capítulo que leímos en el foro antes de que se "fuese de vacaciones otra vez". Así que ¿dónde está el capítulo de hoy?

Tengo curiosidad por leer cómo les va a los dos protas en la dichosa fiesta.

Saludos.
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Nataly

Nataly


Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 22/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMiér Jul 29, 2009 10:09 am

hay Luna!

como le decía a Mary y Faby, que me deprimía eso del foro y trabajar doble y subir y pegar! asíque si sigue así, creo que me voy a quedar con el blog! XD

Mañana tendrás tu capi... o al rato!
deja que duerma y veremos!

gracias por pasar nena!
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desidelia

desidelia


Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 28/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyMiér Jul 29, 2009 10:30 am

Estaremos atentas al blog entonces..

Besos linda..
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Nataly

Nataly


Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 22/07/2009

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MensajeTema: Re: Guardian de su corazón   Guardian de su corazón EmptyVie Jul 31, 2009 3:49 pm

Hola chicas!

El nuevo capi ya está colgado en el blog!

las spero allá! besos
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