Novelass Exilio #2
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Novelass Exilio #2

Acá nos encontramos cuando novelass desaparece....
 
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Luthyem, el señor Ornitorrinco (I mean myself!) y la comunidad te llaman, Novelass no está en línea.

 

 Submundo...

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Maribel




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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptySáb Jul 25, 2009 12:37 am

Vaya... entonces Fiona es la madre de Ed... y heredero de Eric... Esto esta lleno de sorpresas. Y como siempre lo dejas en un momento de lo mas interesante.
Espero leer mucho mas...
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firiel

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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 12:59 am

Nione observó la sala del concilio. Esta vez estaba en pleno. Los cuatro ancianos fundadores en el centro y el resto de los más antiguos y de más grado alrededor. Clavó su mirada en Ossian y le hizo entender que dijera lo que dijera no la sacarían del caso, así que era mucho mejor que fuera reconsiderando la posibilidad de hacerla su compañera, porque no abandonaría, menos aun cuando se sentía tan comprometida con la causa, había estado a punto de morir varias veces, si no hubiese sido por sus reflejos y por la oportuna aparición de aquel vampiro machista, no estaría parada ahí. Así que no sería fácil marginarla.
Sintió, pero no escuchó ni procesó las palabras de Noctis, ni la del resto del concejo. La verdad era que una hostilidad bastante fuerte por los tres ancianos se había anidado en su mente y en su corazón. Dios, y pensar que había servido a esa institución por alrededor de cien años y algo. Le costaba creer, pero no se le hacía raro que aquellos tres estuvieran conspirando. Suspiró y trató de poner oído a lo que Giovanni estaba hablando. Palabras sobre el atentado en la fiesta llegaron a sus oídos y le molestaron profundamente, sobre todo, por la nota de pesar y condescendencia que percibió en su raspada voz. “Trío de hipócritas”, pensó.
Volvió a observar a Ossian y se sorprendió al verlo tan compenetrado con sus tres congéneres, sino lo conociera mejor le compraría su postura de anciano frío y calculador.
Maldición, quería que esa reunión acabara pronto y así poder volver a salir en busca de nuevas pistas.
—Por cierto, vampiresa, fue bastante imprudente de tu parte lanzarte en una persecución. Además las órdenes eran que cuidaras de Eric, no de que capturaras al responsable —la voz de Cristopher voló hasta sus oídos y una oleada de repulsión casi le gana, pero logró mantenerla a raya el tiempo suficiente para contestarle.
—Sí, señor, pero debo recordarles que mi prioridad desde el primer momento ha sido atrapar al renegado, para cuidar de Eric había un operativo bastante grande de miembros del Delta además de la presencia de uno de ustedes. No creo que mi acción hiciera diferencia, además fui yo la que le salvó la vida en esa fiesta, luego lo dejé a cargo de los competentes guardaespaldas asignados por este mismo concejo —contestó con un sutil deje de ironía en la voz que no pasó de ser desapercibido al menos para Ossian que la miró advirtiéndole que mantuviera su temperamento a raya.
Se mordió la lengua para no replicar nada más, después de todo, la conversación que había tenido con Ossian era sólo suposiciones, cualquier cosa que agregara podía levantar las sospechas de los tres sospechosos. Esperó en silencio la contestación del concilio, pero esperó en vano, el tema fue cambiado abruptamente.
—Un miembro de este concejo a solicitado esta mañana de forma formal un recambio en la titularidad del caso —habló Noctis y sintió que se quedaba nuevamente sin aire, así que Ossian lo tenía pensado de mucho antes.—. Ossian hijo de Ángelo el quinto hermano ha solicitado que Nione Caspell abandoné al misión para él ser colocado como titular a cargo de la investigación. —Apenas terminó de hablar un murmullo general se extendió en la sala y era obvio un anciano jamás se involucraba en las misiones, para eso estaban los rastreadores y los ejecutores. Aquello significaba que la encargada no estaba haciendo bien su trabajo, sintió rabia, pero quiso confiar en que Ossian recapacitaría y diría que se retractaba—. ¿Tienes algo que agregar, Ossian? —le preguntó Noctis.
El cuarto anciano observó al resto de los presente antes de observar a Nione, aquel gesto le dijo que no había forma de que se retractara por lo cual desvió su mirada para decirle sin palabras que si seguía adelante con la petición, se olvidara de ella.
—Es verdad, esta mañana pedí el cambio, pero no porque la rastreadora asignada sea incompetente, todo lo contrario. Esto a pasado a niveles mayores, señores. Estamos hablando de una banda terrorista que va detrás de nuestro príncipe y frente a eso soy de los que cree que debe estar en manos con experiencias. Yo tengo alrededor de tres mil años, dos mil al servicio del Delta, soy el cuarto fundador de la entidad y estuve al servicio de Edward, el segundo príncipe de la raza, tengo el conocimiento necesario para hacer frente a una situación de este calibre —habló quitándole de encima el hecho de ser responsable de que el renegado siguiera suelto después de tanto tiempo—. Tengo la información de que la noche de la fiesta un segundo automóvil con la misma características que recogió al renegado se puso en marcha en dirección contraria, llegando a los lindes de los bosques Fae, sin embargo, antes de que se pudieran atrapar se suicidaron, lo que me lleva a pensar que aquel segundo coche fue un mero despiste, pero no deja de ser importante —informó sorprendiéndola incluso a ella, aquello no lo sabía. Así que habían más involucrados, lo que hacía que todo el asunto tomara un nuevo matiz—. Es cierto que en una primera instancia pensé en que Nione Caspell me dejara la misión en mis manos, pero luego de hablar con ella he llegado a la resolución de que la tomaré como mi segundo al mando. La investigación será llevada por mí con la colaboración de la rastreadora —concluyó y a pesar de que todos se miraron sorprendidos nadie se opuso.
Nione procesó y se repitió mentalmente la bomba de información que Ossian había dejado caer. Así que ahora estaría bajo su tutela eso era mejor que ser marginada, pero igual se sentía pasada a llevar.
La reunión se sucedió tratando puntos sobre la nueva asignación de guardaespaldas para Eric y sobre otras cosas de menor importancia hasta que finalizó. Todos comenzaron a levantarse y a salir comentando sus propios asuntos. Ella se quedó hasta que todos abandonaron la sala y se acercó a Ossian que terminaba de hablar con los otros tres ancianos, sin embargo, apenas la vio acercarse se despidió y la abrazó por los hombros y la sacó del salón. Una vez afuera miró a todos lados antes de meterla a una nueva sala, cerró y la miró fijamente.
—Es lo mejor que pude hacer, seguirás en el caso, pero bajo mis órdenes así que hazme caso —le dije y ella asintió en silencio—. Necesito que vayas a donde Fiona nuevamente, Nio. Tengo información de que hay un Fae traidor involucrándose en nuestros asuntos.
—¿Qué? —le preguntó tratando de procesar lo que le estaba diciendo—. ¿Quién te lo dijo?
—Eso no es importante. Fueron tres individuos los que escaparon hacia esa zona, se suicidaron con cápsulas que contenían sangre Fae. Pues ya sabes lo que eso significa, Nione —le contó y antes de que pudiera responder agregó—. Trata de sonsacar la mayor cantidad de información y la mayor colaboración posible por parte de Fiona, parece tenerte estima. Yo mantendré a los ancianos vigilados, algo sacaré. No comentes esto con nadie, nos juntamos más tarde, iré a tu habitación —concluyó e igual como había entrado, salió de la sala dejándola sola.
Nione se quedó un rato más tratando de ordenar las ideas, luego observó la pequeña habitación y salió, no esperaría mucho, corrió a su cuarto, tomó sus armas, las llaves de su moto y su abrigo y se precipitó hacia el estacionamiento en busca de su moto. Cinco minutos después salía velozmente camino nuevamente hacia los bosques feéricos.
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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 12:59 am

Capítulo 10:

Edgard estacionó la plateada moto al llegar al final del camino de la quebrada del Fauno. Era una gran explanada de tierra rojiza que desembocaba en una gran quebrada que daba a uno de los ríos más importantes de la zona y que conformaba uno de los límites finales con las tierras de Fiona y las tierras neutras, además de ser uno de los puntos que resguardaba uno de los pasos para entrar al reino sin levantar las alarmas y la hostilidad de sus habitantes.
Se bajó aún con el casco puesto y observó el bosque que terminaba abruptamente dando paso a la planicie de tierra suelta. Quitó las llaves y se encaminó hacia el viejo y tétrico bosque y se internó en la espesura de la vegetación que a diferencia de los dominios de los cambia formas, era mucho más oscura y tenebrosa, sin duda que aquellos parajes debían alimentar el argumento de un sinfín de historias de terror entre los mortales.
Se abrió paso entre las grandes y viejas raíces hasta que halló el sendero que conducía en dirección al castillo de cristal en donde se alojaba la corte de su madre y en donde había vivido por cien años.
Tratando de obviar la molestia y la desagradable sensación que lo embargaba comenzó a caminar con paso seguro, mientras se quitaba el plateado casco. Lo primero que divisó cuando se halló en lo profundo del área fueron los inmensos árboles que se retorcían formando macabras figuras, era obvio que el bosque era milenariamente antiguo y encerraba en cada uno de sus habitantes un trozo de las leyendas que corrían de boca en boca y que formaban parte del repertorio de los trovadores que entretenían a los miembros de las nueve casas nobles, sobre todo la de Fiona.
Apuró el paso hasta el punto de ocupar la celeridad, no importaba ser discreto, porque en el mismo momento en que había puesto un pie en el sendero, sabía que su madre ya estaba al tanto de que él estaba ahí.
En un par de minutos se halló a las afueras del gran y legendario castillo de cristal y reconfirmó su teoría: jamás pertenecería a ese mundo. Llegó a la entrada y recibió la fría y hostil mirada de los Golem que custodiaban el paso, los fieles perros del Rey y la Reina. No fue necesario decir nada, las enormes moles se hicieron a un lado, dejándolo pasar de muy malas ganas.
Ingresó y con paso presuroso entró al salón real, la sala se quedó en silencio cuando lo vieron aparecer con su majestuosa oscuridad, haciendo contraste con las claras paredes y con el verde y dorado de las decoraciones, y sin duda, con todo el colorido de las vestimentas de las pequeñas Pookas, con la dorada piel de los sátiros y la blanquecina piel de los Sidhes.
—Hijo —oyó la etérea y sorprendida voz de Fiona. Una oleada de ira lo recorrió, ¿Cómo se atrevía a llamarlo hijo, después de que le había dado la espalda cuando apenas era un niño?
—Me trae aquí un asunto de suma importancia y tiene que ver directamente con tu gente, lady Fiona —le contestó con fría indiferencia e inyectó a las últimas palabras un tono ácido.
Todos los miembros del gran hall murmuraron y lo observaron de pies a cabeza, para luego dirigir sus miradas a su reina y a su rey que observaban a su vez al recién llegado.
Lord Rathsmere no podía ocultar el malestar que se había apoderado de él cuando lo había visto aparecer y no lo culpaba, porque su sola presencia significaba que su reina había sido infiel hace cuatrocientos años atrás y nada menos que con un mortal. Edgard era la representación y la encarnación de la feroz mancha que significaba que Fiona hubiese compartido lecho con un vulgar y miserable humano.
—Liam, pensé que habías muerto. ¿Por qué huiste? —le preguntó y su tono de falsa preocupación le molestó de sobremanera.
—Lady Fiona, mi nombre es Edgard y la verdad es que no sé de qué me habla —le contestó dispuesto a hacerse el desentendido—. Lo que me trae por estos lados es un asunto político de mi raza y que los involucra a ustedes, aunque supongo que usted, lady Fiona, tal vez sepa algo —agregó mirando directamente a sus azules e iridiscentes ojos tan parecido a los de él. El desconcierto que halló en ellos por un momento lo desequilibró, pero pudo recuperarse a tiempo para mantener su fachada de indiferencia.
—¿Edgard? —preguntó y supo que aquello la desconcertó aun más, aquel era el nombre de su padre, por lo cual sabía que le traía bastante recuerdos a su querida madre.
—Sí, señora, Edgard Setti caza recompensas profesional. Estoy aquí por asuntos de negocios —se presentó inclinándose con desprecio ante las dos figuras sentadas en lo alto del salón.
—¿Qué ultraje es este? —oyó que exclamaba indignado Rathsmere—. ¿Cómo osas presentarte después de tres siglos, malagradecido? —le preguntó levantándose en toda su magnánima e imponente altura, pero lejos de sentirse intimidado, Edgard le sonrió de forma irónica y burlona.
—Creo, lord Rathsmere, que me confunde, pero no me preocuparé por hacerlo salir de su error. Iré directamente a lo que nos concierne. Desde hace una semana que nuestro príncipe ha sido atacado, atentado que se repitió en la noche de ayer, pero esta vez mi equipo encontró algo interesante y quizás ustedes puedan ayudarnos —los puso al día, desviando su mirada de Rathsmere y clavándola en la de su madre que seguía con una expresión de desconcierto y sorpresa.
Ella se levantó y bajó obviando la silenciosa advertencia de su cónyuge y llegando a frente de él.
—Estoy al tanto, Edgard —le contestó volviendo a la pasividad y a la cálida calma característica en ella—. Hace unos días tuvimos en nuestras tierras a una encantadora muchacha, nos dijo que pertenecía al Delta y que era una rastreadora especializada. Nos puso al tanto del desafortunado acontecimiento y nos pidió un permiso especial para cazar en la zona. Se lo concedí de buenas ganas, no nos gustan los visitantes indeseados y por lo que nos dijo aquel renegado había entrado en mis bosques, aunque debo confesar que aquellos nos tomó por sorpresa a todos. Las alarmas jamás se dispararon, pero en fin, deposité un voto de confianza en la vampiresa y le permití pasearse por mis dominios —concluyó.
Edgard estaba al tanto de que Nione había estado en la corte de su madre, pero no estaba al tanto de que ninguno de los Fae había advertido la presencia del renegado. Aquello lo desconcertó, pero no lo demostró.
—Mi equipo y yo creemos que hay un traidor entre ustedes —sentenció y el revuelo fue general. Sintió la hostilidad comenzando a crecer alrededor de él y sintió la fría mirada de Rathsmere sobre su persona, pero antes de que el señor de las hadas pudiera decir algo, Fiona se adelantó.
—¿En qué te basas para decirnos eso, forastero? —le preguntó, pero lejos de ser hostil fue de curiosidad por saber qué era lo que pensaba.
—En unas cápsulas que están ocupando los miembros del grupo de terrorista para inmolarse, lady. Son cápsulas con sangre Fae, ustedes ya sabrán lo que eso significa —explicó sin apartar la mirada de su madre que lo observaba con aprensión y con un anhelo que lo desconcertaba. Era como si estuviese feliz de volverlo a ver, cosa que no podía ser, ella lo había despreciado igual que el resto de los presentes.
—Liam, ¿por qué hay tanto odio y temor en tu corazón? ¿Por qué finges no conocernos? Y por sobre todo ¿por qué me reniegas? —lo bombardeó a preguntas y pudo sentir la duda y la sorpresa que la albergaba. Él se había preparado para todo tipo de reacción, desde la más leve indiferencia hasta la mayor demostración de desprecio, pero jamás para lo que estaba presenciando ahora—. Soy tu madre, hijo. ¿Cómo es posible que me trates así? —le preguntó haciéndolo retroceder y agradecer que llevaba sus gafas puestas para no demostrar lo mucho que le habían afectado esas preguntas.
—Usted no es mi madre, lady Fiona, la mía me abandonó cuando apenas era un recién nacido, dejándome solo ante la hostilidad y el desprecio de sus pares, pero eso no es de su incumbencia, su majestad. Sólo conteste a mi pregunta ¿cree que pueda ver alguien lo suficientemente resentido contra mi raza como para participar en atentados contra nuestro príncipe? —le contestó, manteniendo el nudo que se le había formado muy dentro de él.
Fiona lo observó largo rato antes de suspirar en señal de resignación. Las puertas del salón se volvieron abrir haciendo que todos se giraran, incluyéndolo, en la entrada había un mensajero que se inclinó ante la reina antes de hablar.
—Mi señora, la rastreadora del otro día pide una audiencia con usted. Dice que es de carácter urgente —sentenció el Eshú.
Edgard sintió que su férreo control lo abandonaba, Nione estaba ahí sólo a unos pasos de él y por una extraña razón no quería que lo viera ante su antigua familia. Se giró imperiosamente ante su madre que lo miraba con atención.
—Espera a que yo salga de este cuarto y hazla pasar y por sobre todo, no le menciones que yo estuve aquí —le habló y ella lo miró aun más extrañada, pero asintió silenciosamente.
Edgard se giró para encaminarse hacia una salida que él conocía desde pequeño y la cual usaba cuando se escapaba al bosque, pero no dio un paso más cuando los finos dedos de su madre lo detuvieron. Él la miró por sobre el hombro y ella le habló:
—Liam, no sé que habrá pasado, pero me alegro enormemente de saberte vivo. Creí que te había perdido, sólo te pido una oportunidad más para hablar contigo, en otro lugar a solas —le pidió en un murmullo sólo para que él lo oyera.
No supo qué hacer frente a esa situación, de pronto se había visto desarmado y todo era culpa de Nione que había mandado su coraza al carajo.
—Ya lo veremos, lady Fiona. Si tiene alguna información que pueda darme sobre lo que hablamos, se lo agradecería —le contestó antes de soltarse de su agarre y con la celeridad esfumarse de la sala, dejando a la reina de las hadas con las manos en el pecho y la mirada perdida
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firiel

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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 1:00 am

Nione ingresó por segunda vez en la semana a aquel celestial e intemporal espacio, y por segunda vez en la semana se sintió sumamente fuera de lugar, siendo observada fijamente y examinada sin tapujo alguno; sin embargo, a diferencia a la primera vez que había estado en ese lugar, la reina le pareció sumamente distraída y con un brillo de melancolía y vulnerabilidad en su irreal e iridiscente mirada, pero optó pasarlo por alto.
—Lady Fiona, me apena tener que volver a molestarlos, trayéndoles los problemas de mi gente, pero me es indispensable comunicarle los últimos acontecimientos que me empujan hacer esta visita —le habló y por un momento creyó estarle hablando a una vacía y perfecta muñeca de porcelana.
Fiona alzó su mirada a ella y le sonrió, pero su risa no llegó a sus ojos lo que consiguió que se sintiera fuera de lugar. Algo había pasado minutos antes de que llegara.
—Los rumores ya nos han llegado, vampiresa —oyó que lord Rathsmere le respondía con un tono demasiado seco y hostil, para nada parecido a como le había hablado hace una semana atrás. Aquello la sorprendió tanto como el estado perturbado de la reina. Ambos no se parecían para nada a la majestuosa imagen de los reyes de los Fae, todo lo contrario, parecían mucho más humano que los mismos mortales.
—Vaya, ¿y se puede saber cómo se enteraron? —preguntó sin poder evitar mirar con extrañeza a las dos disminuidas figuras.
El silencio tenso de la sala tampoco ayudaba en nada, estaba segura que de pronto todo estallaría renegándola al rincón más apartado por el susto que aquello significaría.
Lady Fiona alzó su opacada mirada y le sonrió condescendientemente, a pesar de que quería ocultar su perturbación, no podía. Era evidente en todos sus actos y en su aura opacada.
—Ya sabes, querida, el mundo es un pañuelo. Y antes de que preguntes te contestaré, me ha tomado de sorpresa y ya vez, a todos en mi casa también. No sé ni sabemos absolutamente nada, pero tenga fe de que cualquier cosa que sepamos, se lo haremos saber —le contestó tomándola por lo hombros y mirándola directamente a los ojos—. Si hay un traidor en mi casta, tenga por seguro que será atrapado y sentenciado según mis leyes —aquellas palabras fueron glacialmente calmadas.
Nione procesó la información que le estaban dando y se sorprendió cuando Fiona se giró para observar a su cónyuge con una mirada fría y asesina, lo que la hizo sentirse en medio de una pelea doméstica, lo mejor que podía hacer era abandonar ese lugar antes de que los ánimos se caldearan aun más; pero si lo hacía se perdería las siguientes reacciones. Algo había pasado antes de que ella llegara y estaba segura que tenía que ver con la noticia del renegado, aquellos rumores habían dado un quiebre en la relación. ¿Sería posible que lady Fiona sospechara de alguien?, se preguntó mientras intentaba descifrar la mirada que le daba al señor de las hadas. ¿Sería de complicidad en una forma de traspasarle sus sospechas? 0 ¿sería que Fiona desconfiaba de Rathsmere?
—Bien, confiaré en eso entonces. Me gustaría, si fuera posible, que me diera paso libre para rastrear en su zona, mi renegado puede estar trabajando con el de ustedes, pero sólo el suyo se puede juzgar bajo sus leyes —agregó volviendo a capturar la mirada de lady Fiona.
Ella le volvió a sonreír de forma cortés, antes de volver a hablar.
—Claro, querida, claro que sí —le respondió dando por terminado cualquier conversación.
Nione hizo una reverencia a Fiona y cuando se dio vuelta para despedirse de lord Rathsmere se dio cuenta que éste había desaparecido de la sala. Fiona también lo notó, pero lo disculpó, diciéndolo indirectamente de que saliera del salón.
Nio salió con paso presuroso y con el corazón latiendo a mil. La hostilidad del lugar era tan fuerte que se podía tocar con los dedos, pero lo más extraño había sido la reacción de Fiona, jamás se hubiese imaginado que pudiese lucir tan vulnerable y triste, toda su majestuosidad y sus aires celestiales que la asemejaban a los mismo dioses, se habían esfumado dejando una figura bastante terrenal y palpable.
Su concentración era tal que no se fijó que la seguían ni mucho menos que el peligro estaba sólo a unos pasos.
Recorrió el sendero que la llevaba directamente hacia la carretera y hacia donde había dejado estacionada su moto sin prestar atención a su entorno. Los pensamientos se sucedían uno tras otros haciéndola gastar todas sus energías en las distintas conclusiones a las que llegaban, cada una sin un nexo que le permitiera conectarlo con los atentados a Eric. Si había un Fae involucrado ¿cuál podía ser su motivo para atacar al príncipe de otra raza? No pudo terminar sus pensamientos cuando se halló cayendo al suelo con un fuerte cuerpo masculino presionándola y con una lluvia de luces explotando sobre sus cabezas. Sin darse cuenta y sin tener el tiempo para reaccionar se halló siendo arrastrada lejos de la zona de tiroteo y siendo lanzada tras unos árboles que sirvieron para contener en parte las explosiones.
—¿Estás bien? —una voz demasiado conocida le llegó a los oídos penetrando en su mente que se había quedado bloqueada por un momento.
Abruptamente volvió a la realidad siendo conciente de la presencia enemiga a unos pasos de donde se encontraban y, por sobre todo, siendo dolorosamente conciente de la presencia del bastardo machista, pero estaba feliz de verlo, con sus estúpidas gafas puestas y con sus aires de peligro y amenaza que lo rodeaba. Por tercera vez en menos de dos días le volvía a salvar la vida, sintió el impulso de lanzarse a sus brazos y besarlo en agradecimiento, pero se contuvo, ante toda reacción le sonrió por primera vez inconciente de lo que aquel gesto provocó en él.
—Edgard —fue lo único que logró decir antes de que él volviese a hablar.
—¿Dónde está tu moto? Necesitamos salir de aquí, no podremos contra la cantidad que son —le contestó, volviendo su mirada hacia la espesura del bosque—. Ocuparía la mía, pero lamentablemente la dejé al otro extremo de estos parajes, así que supongo que tendremos que salir en la tuya. ¿Dónde está? —volvió a preguntar, sacando de su abrigo una pistola y observando fijamente en la oscuridad del lugar.
—Al final del camino. ¿Cuántos son? —Necesitaba saberlo.
—Puedo captar a unos diez, todos vampiros, lo que me extraña —le respondió al tiempo que volvía a fijar su mirada en ella—. Las alarmas no se dispararon, Nione —agregó.
Ella supo lo que aquello significaba. Diez vampiros internados en los bosques de Fiona sin que ninguna alarma delatara a los forasteros, sólo se podía significar una cosa: contaban con la autorización de uno de los reyes.
—No puede ser…
—Yo creo que sí. Estamos en territorio enemigo desde este momento, cuando te diga ya, corres. Yo te cubriré las espaldas —le informó y ella sólo tuvo tiempo de asentir antes de verse corriendo entre la espesa vegetación del frondoso y antiguo lugar, con la adrenalina a mil y los sentidos sumamente consiente de lo que la rodeaba.
En menos de dos minutos de halló frente a su moto y rebuscando en su raído abrigo las malditas y escurridizas llaves que no aparecían por ningún lado.
—Súbete, yo las tengo —oyó que le ladraba Edgard que salía en ese momento del maldito bosque. No se detuvo a increparlo por haberle robado las llaves, simplemente le obedeció y en un par de segundos más tarde sintió que el se subía atrás y hacía arrancar el motor internándolos a una velocidad abismal en la oscura y vacía carretera.
—Creo que no nos siguen, pero por si acaso daré un rodeo antes de entrar en mi propiedad —fue lo último que escuchó antes de que su cerebro comenzara a funcionar a mil por hora con los últimos acontecimientos.
—Bien —fue lo único que pudo contestar antes que comenzara a formular mil teorías distintas.
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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 1:01 am

Bien, promera parte del capi 11. este capítulo entero va dedicado a Yoli y a Sokie por haber acertado en sus teorías... hubiese deseado subirlo en el foro, pero se vovlió a acer, así que lo subo aquí....


Capítulo 11:

Con un fuerte estruendo se detuvo la moto ante la fachada de la casa de Edgard. La tierra suelta formó un densa nube de polvo alrededor de ellos, envolviéndolos hasta dejarlos ocultos y empolvados.
Nione intentó bajarse antes de que el humo terminara asfixiándola, pero lo cierto fue que no tuvo tiempo para hacerlo sola. Con la misma velocidad y con el mismo sigilo con que había aparecido para salvarla de la explosión de balas, Edgard la bajó del asiento con una delicadeza que la sorprendió. Luego echó a andar sin soltarle la mano y con paso presuroso en dirección a su casa. Cruzaron el pequeño patio rápidamente hasta encontrarse seguros al interior de las paredes de la construcción.
Edgard en silencio la condujo hasta la sala de estar y la sentó en unos de los sillones de cuero rojo que contrastaban con las paredes blancas, cosa que la sorprendió bastante ya que todo lo que tenía que ver con en ese vampiro parecía ser monótonamente negro, así que ver una inyección de color en su sala de estar era algo raro.
Él no se detuvo a hablar y en el mismo silencio en que se había envuelto desde que habían salido huyendo se perdió en la misma dirección por donde habían entrado, volviendo unos minutos más tarde con dos bolsas de sangre en la mano. Llegó a su lado y se arrodilló frente a ella tendiéndole una de las bolsitas al tiempo que la examinaba con ojo crítico. No pudo evitar sonrojarse y apartar la mirada de él, su escrutinio la ponía nerviosa.
—¿No estás herida? —oyó que le preguntaba con la voz algo ronca. Ella se limitó a negar con la cabeza, lo oyó suspirar al mismo tiempo que se levantaba—. Bebe. Iré a asegurar el perímetro. No creo que nos hayan seguido, pero lo mejor es no arriesgarse —le informó antes de desaparecer nuevamente de su presencia.
Nione observó la habitación en la que estaba y reparó en lo moderna y clara que era, contrastando con el rojo de los sillones y con los enormes ventanales que daban hacia el patio delantero. Para ser un vampiro sumamente paranoico con la seguridad y el sigilo, aquella sala parecía una invitación clara a entrar a la propiedad o de tumbar los vidrios con miles de disparos.
—Son antibalas —su voz le llegó sorpresivamente haciéndola sobresaltar.
—Debí imaginármelo. No pareces ser alguien que se arriesgaría a estar desprotegido —le contestó, observando las hermosas pinturas de estilo contemporáneo que adornaban las paredes.

Edgard la contempló mientras ella absorbía todo lo que veía. Jamás pensó que volvería a tenerla en su casa, pero en vista de lo que había sucedido sólo hace una hora estar ahí era la mejor opción. A pesar de que no le gustara admitirlo, había heredado poderes de su madre, poderes que le era útiles cuando necesitaba protegerse, así que nadie que no fuese invitado por él podría entrar en sus dominios, además cada pared y cada ventana estaba reforzada con material antibalas. Así que ahí estarían suficientemente protegidos.
Además debía reconocer que le gustaba verla sentada entre sus cosas como si perteneciera a ese lugar, debía reconocerlo: la había extrañado, y había sido por esa razón que la había seguido cuando había abandonado el palacio de cristal, cosa que agradecía haber hecho o si no ahora estaría muerta. Su corazón dio un brinco tan solo en pensar en lo que podía haber sucedido, se negó a aceptarlo.
—Un amigo decoró esta habitación alegando que se sentía demasiado deprimido por todas las cosas negras que poseía —le contó sabiendo que se estaba preguntando silenciosamente por qué la sala era tan distinta a su persona, lo podía leer en su cara y en sus verdes ojos. A pesar de que estaba sumida en un mundo y en un trabajo bastante cruel y traicionero, ella era sumamente transparente y fácil de leer, y aquello le gustaba mucho.
La vio asentir con la cabeza antes de abrir la pequeña bolsa de sangre y comenzar a beberla. Se fijo en sus rojos labios y deseó remplazar la molesta bolsa por su propia boca. Tuvo que reprimir un gemido al recordar lo suaves y cálidos que eran, no se podía permitir perder el control nuevamente. Lo primero que debía hacer era comunicarse con Agustín y darle los últimos detalles.
—Debo hacer una llamada. No te muevas de aquí —le dijo antes de desaparecer escalera arriba en dirección a su habitación.
Entró en su dormitorio y se sacó el pesado abrigo de cuero. Cogió el diminuto móvil, creación de Dante y marcó la tecla que lo conectaba directamente con la mansión. Tras tres tonos, la suave voz de Pandales le respondió.
—¿Setti? —oyó que le preguntaba, aunque sabía de sobra que era él.
—Sí —le respondió—. Todo se ha ido al carajo, Dante. ¿Está Agustín por ahí? Necesito hablar con él —le preguntó y sintió gritar el nombre de su amigo.
—Ahí viene, jefe —le contestó—. ¿Estás bien? —le preguntó y a pesar de que parecía casual pudo entrever la nota de preocupación que subyacía en su relajada voz.
—Por poco —le respondió.
—Bien. Aquí está el otro gran jefe. Cuídate —oyó que le decía antes de que el teléfono cambiara de mano y se oyera la característica voz de Agustín.
—¿Qué pasó? —le preguntó y pudo notar la impaciencia que poseía esa simple pregunta.
—Atacaron a Nione y Fiona estuvo sorprendida de verme vivo, pero lejos de demostrarse repulsiva y hostil, se mostró extrañamente complacida y asombrada —le respondió tratando de parecer lo más casual, pero lo cierto era que todo lo sorprendía en sobremanera, sobre todo lo primero. Aún podía ver como las balas explotaban sobre sus cabezas. Nuevamente el nudo de temor que se había formado en su garganta cuando se había dado cuenta que Nione había estado en peligro se le volvió a presentar, haciendo que no agregara nada más a la conversación.
—¿Atacaron a Nione? —oyó claramente la alarma en la voz de Agustín.
—Sí, Agustín. Tu querida Nione estuvo a punto de morir esta tarde en manos de diez vampiros que merodeaban los bosques de Fiona —le respondió.
—¿Está contigo y está bien?
—Sí, en mi casa. Es la mejor fortaleza.
—Entonces voy para allá —le contestó. Era obvio que se alteraría tal vez debería haber esperado un poco antes de llamarlo.
—No creo que sea lo mejor, Agustín. No sé si nos habrán seguido. En estos momentos es peligroso que alguien se acerque. Estaremos bien, tú sabes que cuento con métodos efectivos. Al menos espera hasta mañana, durante el día y te acercas. Hay cosas de la que debemos conversar, pero no pueden ser dichas por teléfonos —le dijo antes de que sintiera el suave clic de la puerta al cerrarse. Se giró para encontrarse con la ceñuda mirada de Nione. ¿Cuánto habría escuchado?
Sin despegarle la mirada, se despidió de Agustín asegurándole que luego hablarían. Por la cara de Nione era obvio que se había dado cuenta de con quién estaba hablando. Colgó el teléfono y la miró quedándose en silencio, esperando que ella lo enfrentara o hiciera la primera pregunta, pero ella no se movió ni dijo nada, simplemente se quedó ahí observándolo y estudiándolo.
Por lo que parecieron hora se mantuvieron parado en el mismo lugar mirándose, hasta que ella al fin rompió el silencio y el tenso ambiente.
—¿Por qué no me lo imaginé? Dios, era obvio, después de todo parecías conocer demasiado sobre mí —le habló, pero lejos de parecer enfadada con él, parecía enfada con ella misma por no haberse dado cuenta de la relación entre él y Recart.
Aquello lo relajó de sobremanera. Vaya, de hecho el alivio fue completo, tan así que no se dio cuenta cuando cruzó la distancia que lo separaban y la estrechó contra su pecho. Dejó caer el celular y posó su mano sobre su espesa y sedosa cabellera negra. Ella se removió y lo observó sorprendida, pero no se deshizo de su abrazo.
Se quedaron mirando nuevamente y poco a poco se perdieron en el instante. Edgard no sabía lo que estaba pasando, pero lo único que quería hacer era quedarse ahí, abrazándola, observándola y besarla.
—Quiero besarte —le murmuró y vio la sorpresa y el deseo que cruzó sus hermosos ojos. Hasta él se sorprendió de lo que había dicho.
Ella le sonrió dulce y atrevidamente mandando su autocontrol al carajo. ¿Es que acaso no se daba cuenta del devastador efecto que tenía sobre él, esa exquisita sonrisa?
—Yo también quiero hacerlo, pero no quiero arriesgarme a que me deseches de la misma manera que lo hiciste el otro día —le respondió, tensando sus músculos.
Respiró profundo inhalando el seductor olor femenino de ella. Sus palabras eran ciertas, si la besaba, no podría parar hasta que la tuviera bajo él, retorciéndose de placer. Pero si se permitía hacer el amor con ella, significaría que tendría que arriesgarse a mostrar esa parte de él que deseaba mantener oculta y, por sobre todo, arriesgarse al posible desprecio por su condición de mestizo. La soltó del abrazo, pero no retrocedió. No quería hacerlo, quería dejar de correr y permitirse el placer de mostrarse tal cual era. Al diablo, si ella lo rechazaba al menos sabría a qué atenerse.
Vio que comenzaba a retroceder y antes de que escapara de su alcance, la tomó de los hombres y capturó su boca con los de él, perdiéndose definitivamente en la explosiva pasión que estalló entre ellos.
Ella gimió en su boca, enviando una oleada de calor y excitándolo como nunca antes lo había estado. La estrechó aun más fuerte entre sus brazos al tiempo que le quitaba su raído abrigo dejándola con su apretada ropa negra. Se separó un poco y la observó, sabía que era muy sensual y que poseía las curvas necesarias, pero la ropa que llevaba no dejaba nada para la imaginación, cosa que lo molestó un poco, no quería que nadie más viera lo hermosa que era, sólo quería ser él quien lo supiera.
Nione se pegó nuevamente a él suplicándole que no la apartara, cosa que no pensaba hacer por nada en el mundo. La tomó en brazos y se encaminó a la cama tendiéndola suavemente sobre las negras sábanas y colocándose sobre ella procurando no aplastarla con su peso. Era tan pequeña que le daba miedo hacerle daño.
Ella lo miraba fijamente y cálidamente. Sabía lo que estaba pensando y estaba dispuesto a dejar que hiciera lo que decidiera hacer. La volvió a besar, suave y lentamente, recorriendo y reconociendo con su lengua cada parte de su dulce boca. Nione puso sus manos sobre su pecho, pero no lo apartó, en cambio comenzó a acariciarlo con tanta ternura y delicadeza que le dolió. Su corazón se apretó con aprensión, nadie nunca antes lo había tocado así. Se separó a regañadientes de su boca y la observó, esperando lo que vendría después. Ella levantó sus manos y las posó en sus gafas, pero no las sacó, se quedó quieta, esperando que él se apartara.
—Si lo vas hacer, hazlo antes de que me arrepienta —le dijo y la sonrisa que ella le dedicó logró vencer sus últimas barreras.


PD: mañana la otra parte, llegó mi mamá y me está pidiendo el pc u_u siento hacerlas esperar, pero mañana publico temprano


Última edición por firiel el Mar Jul 28, 2009 4:15 am, editado 1 vez
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citu

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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 1:32 am

Mala lo dejaste en la mejor parte. Que lindo que es Ed. Esperando un poco más
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lea

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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 1:48 am

omg! Omg! Nio va a ver los ojos de ed!!!!!!! Y por fin ed se dio cuenta que tenia que arriesgarse....
Ya quiero el chocolate!!!!!!!!! Smile
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Fabiola

Fabiola


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 2:00 am

Ohhhhhhhhhhh por Dios!!!!!!!
me haz hecho tan feliz!, aunque lo dejaste en lo mejor...pero valió 100% la pena ver ese lado tan lindo de mi Ed!!
mueroooooooooooooooooo!!
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Yoli

Yoli


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 3:09 am

Ohhh por fin viene el chocolate!!!
y lo mejor es que esta dedicado a sokie y a mi bounce cheers cheers
Ed va a confiar en Nio si!!

esperando impaciente el resto
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firiel

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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Jul 28, 2009 3:29 pm

de nuevo se cayó el foro...
bien coloco la segunda parte completa aquí... besos



Nione se sintió extrañamente feliz cuando esas palabras salieron de su masculina boca. Estaba claro que el sólo hecho de quitarle aquellos oscuros lentes, significaba quitarle una de sus corazas. No sabía qué quería ocultar, pero sabía que era algo que no se podía tomar a la ligera, y quería hacerlo, quería descubrir cada secreto de él, cada herida, cada miedo, para poder curarlo y arroparlo. Quería ser la luz de esa oscuridad y para eso debía ganarse su confianza, así que el sólo hecho de que él estuviera dispuesto a dejar que sus manos quitaran el oscuro cristal sin apartarse, significaba que le daba un voto de confianza… y eso significaba más de lo que quería darse cuenta.
Con movimiento lento los comenzó a quitar hasta que los tuvo en sus manos. Edgard tenía los ojos cerrados, cosa que le causó una gran ternura, así que impulsada por ese sentimiento besó cada uno de sus párpados, haciendo que los abriera poco a poco.
La primera impresión que tuvo fue retener el aire, la segunda fue expulsarlo. Su boca se le secó y lo único que quiso hacer fue tocarlo para saber si era real o una ilusión celestial. Sus ojos eran inhumanamente bellos y la observaban con cautelo y terror esperando sus propia reacción. Lo único que pudo hacer fue llevar su mano derecha y posarla en su mejilla y observarlo con detenimiento. Su mirada evocaba al tempestuoso océano, con matices del azul y el verde entremezclándose, dando así la sensación de intemporalidad, de omnisciencia y de omnipotencia. El brillo iridiscente sólo acentuaba lo ya dicho: la verdad era de que las palabras no podían describir ni contener lo que esos ojos provocaban ni lo tan hermosos que eran. Parecían que contenían todos los secretos del mundo, sobre todo, el dolor que parecía ser tan familiar para él.
No quiso preguntar ni comentar nada, sólo quiso que sus acciones hablaran de lo que pensaba sobre aquello. Tomó su rostro entre sus manos y lo besó vorazmente, con pasión y deseo, y él respondió de la misma forma. Pronto el beso subió de intensidad, si acaso eso era posible, y el control del mismo lo tomó él con una maestría que la dejó completamente desarmada y vulnerable ante su persona. Jamás había reaccionado así con ningún otro, era la primera vez que deseba a alguien de esa dolorosa, pero placentera forma. Pronto se halló arqueándose y respondiendo sus demandantes caricias, no se había dado cuenta cómo, pero ya no tenía su suéter y sólo estaba con su top y con la masculina mano de él bajo la pequeña prenda amoldando y masajeando sus sensibles pechos. Se oyó gemir y jadear en respuesta y en vez de sentirse avergonzada sólo se sintió más deseosa.

Edgard había perdido todo control que poseía y se había entregado al fulgor del momento. El beso de ella fue todo lo que necesitó para seguir adelante y tomarla entre sus brazos, lo cual era algo que venía queriendo hacer desde el primer momento en que la vio, bajando por las opulentas escaleras y del brazo de Eric, pero ahora era más real que nunca y, por sobre todo, ahora estaba ante ella como realmente era él, sin obstáculos y sin corazas, simplemente él.
Tomó uno de sus pechos en su mano y se deleitó con su forma y su firmeza y, por sobre todo, por la reacción ante su contacto. Ella era fuego, pero a la vez líquido entre sus manos. Era dulce y exótica. Tierna y sensual por partes iguales, y la deseaba, la deseba como nunca antes había deseado a una mujer, y no era sólo lo físico… no, era a un nivel más elevado, mucho más elevado. Una vez que la tuviera estaba dispuesto a conservarla, jamás la dejaría abandonar su lecho. Era de él y con él se quedaría… Aquel pensamiento posesivo lo sorprendió, pero en el fondo sabía que desde el primer momento lo había sentido.
Las manos de ella se abrieron paso entre su camisa, y con movimientos desesperados comenzó a desabotonarla. Quiso reír por su insistencia, pero decidió ocupar su boca para otra cosa. Con movimiento maestro le quitó la diminuta prenda negra, y de la misma forma arranco el sostén que cubría aquellos montículos de piel suave y cremosa. La observó fascinado antes de bajar su rostro y capturar uno de sus pezones con sus labios, ella jadeó y se arqueó para acercarlo más y sus delicadas manos se tensaron en su camisa cuando las oleadas de placer comenzaron a bombardearla. Él sonrió sobre su bocado sabiendo que eso enviaría una onda de electricidad adherida a las otras. Con su mano libre comenzó a luchar con la cremallera de sus apretados pantalones hasta poder meter la mano hacia su centro. Estaba húmeda y deliciosamente caliente, lista para él. Podía arrancarle la odiosa prenda y tomarla inmediatamente, pero lo que quería era probar cada uno de sus rincones, reconocerla y marcarla hasta que no cupiera duda de a quién pertenecía. Así que se decidió a besar su cuello y bajar suavemente, repartiendo lamidas y suaves mordiscos por toda su blanca piel, provocándola. Dándole y quitándole. Disfrutando de cada gemido y jadeo robado. Venciéndola y domándola.
—¿Sabes qué eres mía? —le preguntó volviendo a su dulce boca, pero sin besarla, sólo rozando sus labios con los de ella. Bebiendo sus jadeos—. Lo sabes, ¿cierto? —volvió a preguntarle antes de bajar regando húmedos besos por su cuello y su hombro, hasta llegar a su terso vientre.
—Lo… lo sé —fue lo que ella logró murmurar, antes de que él se dedicara a terminar de desnudarla, para terminar de probar cada parte de su sensual y sensible cuerpo. Terminando por dejar su marca.
—Sí, eso es princesa. Nadie más podrá tocarte ni mirarte sin tener que pasar por mí primero. Esa es la única verdad —le respondió, colocándose sobre ella y entre sus piernas y volviendo a torturarla con su hábil boca.
—Edgard, por favor —gimoteó—. Ya no puedo más —se confesó entre jadeos.
Él paró y se quedó quieto observando su rostro. Sus verdes ojos estaban nublados por la pasión y el deseo, su boca estaba roja e hinchada por sus demandantes besos, y su negro cabello se esparcía sobre la negra sábana, haciendo contraste con su pálida piel. Era una aparición, un ángel caído, su ángel, su luz.
Él le sonrió deleitándose con lo que le provocaba. La besó suavemente, sólo una vez antes de apoyarse con el codo en el blando colchón y mirarla.
—¿Qué es exactamente lo que quieres, Nione? —le preguntó, torturando su pezón con su mano libre.
Ella cerró los ojos por un momento y movió sus caderas rozándola con su entre pierna y su miembro excitado.
—A ti —contestó en un susurro—. Sólo a ti —recalcó volviendo a abrir su limpia mirada. Él sonrió.
—Entonces tómame, Nione. Soy todo tuyo —le respondió, dejando de torturarla y sonriéndole maligna y seductoramente.

Nione se quedó sin aliento, era la primera vez que veía que una de sus sonrisas alcanzaba sus ojos, lo que le daba un aire mucho más relajado. La sonrisa iluminaba su rostro.
—Eres demasiado irreal para ser cierto. ¿De qué cuento te escapaste? —le preguntó provocando que él dejara escapar una ronca y sensual carcajada.
Dios, la iba a terminar matando antes de que el grupo terrorista la alcanzara, pero feliz moriría en sus manos. Era mucho mejor y más placentero.
Echó sus brazos alrededor de su cuello y lo acercó para besarlo, él respondió, pero no hizo ningún movimiento, la dejó a ella. Así que estaba hablando en serio. Estaba a su merced para que ella lo tomara. No lo dejó esperando. Desabotonó la negra camisa y reveló su perfecto torso, la boca se le hizo agua impulsándola a pasar su lengua por su suave piel en contraste con duros músculos. Sabía a pecado y a hombre, era un festín para sus sentidos.
Giró y lo dejó a él abajo y se puso a horcajadas sobre sus caderas y comenzó a recorrerlo con sus dedos y su boca. Él puso sus manos alrededor de su cintura, pero ese fue el mayor movimiento que realizó, estaba claro el mensaje, lo que la hizo a sonreír.
Comenzó a tortura sus pezones mientras que con sus manos luchaba por bajar la cremallera y dejar libre su excitación, luchó un poco hasta que lo consiguió. Sintiéndose más atrevida que nunca tomó su miembro entre su mano, pero estaba lejos de poder cubrirlo completamente. Ante su reacción el se rió, haciendo que se ruborizara.
—Me vas a terminar matando princesa si no te apuras —le dijo entrecortadamente—. Y el hecho que te sonrojes no me ayuda en nada. Sólo hay una cosa que me puede ayudar —agregó, levantándose de sopetón y capturando su boca con avidez y provocando que ella soltara su fugaz presa. Intentó protestar, pero el acalló cualquier intento de palabra con su hambrienta boca. Venciéndola nuevamente. Ella se afirmó de sus anchos hombros y se rindió sin deseos de pelear y él tomó nuevamente el control girándola y dejándola bajo él. Se terminó de quitar sus pantalones y botas y se posesionó entre sus piernas, mirándola con un deseo abrazador y un sentimiento de posesión que incendió su corazón, volviéndose a sonrojar.
Él la besó suavemente y le murmuró lindas palabras en el oído antes de capturar su lóbulo y antes de penetrarla sin previo aviso, enviándola directamente al cielo. Se quedó quieto volviéndola torturar por su demora, ella protestó consiguiendo que él se moviera lentamente, demasiado lentamente, provocándola, insinuando, pero no entregando.
—Edgard —lo llamó y le se separó de su cuello y posesionó su rostro a la misma altura del de ella, sonriéndole con malicia.
—¿Qué, princesa? —le preguntó, provocándola.
Ella le golpeó el pecho consiguiendo que se riera, antes de besarla suavemente y comenzar a moverse con embiste suaves y tiernos. Tuvo que cerrar los ojos disfrutando de todas las sensaciones nuevas que estaba experimentando sintió sus propios gemidos, y la acelerada respiración de él y, por sobre todo, fue sumamente conciente de su unión. Estaba en el paraíso, porque esa era la única explicación que encontraba para tanta felicidad y placer.
La besó y la amó, llevándola al umbral del placer y dejándola caer para recogerla antes de que tocara el suelo y volviéndola a levantar. Ella simplemente respondía a todo estímulo, sin quejarse desprovista de voluntad, pero no le molestaba, todo lo contrario, le gustaba sentirse vulnerable entre sus brazos, pequeña y querida.
Él apuró sus embistes empujándola hasta sus límites. Sus gemidos se intensificaron y la explosión fue devastadora y abrumadora. Se sintió caer en un abismo sin fin y de lo único de lo que fue conciente, fue de que gritaba su nombre, mientras sentía que él seguía bombardeándola, sosteniéndola en la caída, pero lejos de aminorar la sensación la estaba aumentando. Sintió que su cuerpo temblaba y no estaba segura de poder aguantar un segundo orgasmo, pero él lo hizo posible. Antes de que las sensaciones del primero acabara estaba sufriendo los efectos del segundo, pero está vez no llegó sola, llegó junto con él que se derramó dentro de ella, sellando un silencioso pacto.
Se quedaron quietos, bebiendo las emociones y las sensaciones tan explosivas que habían experimentado. Él se movió un poco para no aplastarla con su peso y la estrechó entre sus brazos, sin hacer el mayor esfuerzo por romper la conexión. Sus respiraciones era entrecortadas y el sueño comenzaba a vencerlos.
—¿No te hice daño? —oyó que le preguntaba y sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas ante el tono de ternura y preocupación que llenó su voz.
Ella negó con la cabeza y se acurrucó entre los brazos de él. Edgard se movió un poco para tomar la sábana y echarla sobre ellos. La suavidad de la tela obró un estremecimiento sobre su sensible piel. Él la sintió y se acomodó mejor para entregarle un mejor refugio entre sus brazos, ella terminó de acurrucarse y suspirar satisfechamente antes de que sus ojos se cerraran, sintiéndose sumamente bien, feliz y protegida. No quería salir más de ese cálido refugio.
—No me sueltes, ¿si? —le dijo entre dormida.
Él posó sus labios sobre su coronilla y depositó un beso, mientras la estrechaba aún más.
—Nunca —le contestó con voz somnolienta—. Ahora duerme, pequeña, porque luego no te dejaré hacerlo —le prometió.
Y cómo si hubiese estado esperando su consentimiento se durmió entre sus brazos.
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Fabiola

Fabiola


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMiér Jul 29, 2009 12:41 am

Queeeeeeeeeee lindoooooooooooooooooo!!
Morí de amor, me encantó todo!!
te pasaste!!
simplemente increíble...una escena preciosa. Como ambos confiaron en el otro y ahora se sienten parte del otro para siempre.
Submundo... - Página 2 Amor16
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13gathita31

13gathita31


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMiér Jul 29, 2009 6:40 am

cielos firiel esta muy hermoza la escena I love you
Ed se comporto muy tierno el nene
me encanto cuando Ed penso que nunca la dejaria♥️ Very Happy
hah firiel te llevas mil aplausos de parte de mi cheers
ya quiero ver que pasa Surprised
haha no me puedo quitar la emocion Embarassed

Bye cuidate Wink
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Patrisha




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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyMar Ago 04, 2009 7:39 am

lindo lindo lindooooo!!

Dejo que le viera sus ojos!! y ella lo acepto tal como es!!... ahh, ha sido una escena de lo mas linda I love you
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firiel

firiel


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyDom Ago 30, 2009 8:24 pm

me aburri, no pienso subir nada hasta que el dichoso for vuelva....


estoy en huelga
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Fabiola

Fabiola


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MensajeTema: Re: Submundo...   Submundo... - Página 2 EmptyDom Ago 30, 2009 8:42 pm

asi Fi, mejor no subas nada por aca...aunque me muera de pena, pero si no me voy a perder con la historia y eso no quiero!
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Submundo...
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